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PRAGMA – INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN Y ENSEÑANZA EN PSICOANÁLISIS

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La construcción discursiva de los antagonismos sociales (*)

A comienzos de los años ’20, en Italia, especialmente después del ascenso del fascismo al poder, se decía usualmente – los fascistas han tenido éxito por llevar a cabo la revolución en la que los comunistas fracasaron – Evidentemente esto parece un disparate, porque la revolución comunista y la revolución fascista eran, obviamente, muy diferentes.

Sin embargo, qué era lo que creaba la aceptabilidad, de este mismo discurso, simplemente el hecho de que todo el mundo percibía, a fines de la Primera Guerra Mundial, que el estado, italiano, estaba en un proceso de desintegración, que todas  las formas políticas que se habían creado, durante el rissorgimento, no funcionaban  más. Y se necesita una radical refundación del sistema político italiano.

Esa idea, de una radical refundación, es lo que se denominaba revolución, en el vocabulario de la época.

Acerca de la diferencia entre los distintos tipos de revolución, es que lo importante, quiero advertir, que cuando una sociedad está amenazada por un desorden radical lo que se necesita es algún orden. El tipo particular de orden que va a encarnar esa necesidad, de orden general, es algo que pasa a ser una materia secundaria.

Usando una terminología heideggeriana, podríamos decir que el orden completo, que encarna la función de orden, es algo perteneciente al campo de lo óntico. Mientras que la función de orden, como tal, es algo que pertenece a lo ontológico.

En estas circunstancias, por consiguiente, quien iba encarnar el orden en Italia era importante, pero subordinado al problema general de que la aceptabilidad iba a ser obtenida por aquellos que estuvieran más en condiciones de hacerse cargo de esa función. Es por eso que revolución pasa a ser, en los términos que trataré de definir después, un significante vacío. Es decir, un significante que se va ligar a un cierto significado a través de un lazo contingente.

Segundo ejemplo que va en la misma dirección: recuerdo las elecciones británicas de 1992, leí en el Editorial, en el Reino Unido se decía que las elecciones iban a definir quién era más capaz, Los Tories o Los laboristas de obtener la unidad del pueblo inglés.

Ahora, de nuevo, esta unidad, de los Tories y la de los Laboristas iba a ser muy distinta, pero para un pueblo que se sentía fundamentalmente desunido, la idea de unidad pesaba, como la de orden en el otro ejemplo, como un valor vacío que podía ser llenado de distintas maneras.

El juego hegemónico, hegemonía es una categoría que voy a tratar de definir, es precisamente esta tensión de la dimensión ontológica a la dimensión óntica. El hecho de que un cierto contenido asume, en ciertos momentos, la función de soldar, de cristalizar todo un conjunto discursivo.

Por ejemplo, creo, la categoría lacaniana del significante amo, cumple un rol relativamente similar, al menos los lacanianos, tanto en Francia como en Inglaterra han tratado de ligar la noción de antagonismo que voy a presentar aquí, que apareció, por primera vez formulada en nuestro trabajo de Hegemonía y Estrategias Socialistas, con la idea del real lacaniano.

Voy a presentar en primer lugar un modelo abstracto, de cómo la relación hegemónica se genera y después voy a dar una serie de ejemplos concretos. Partamos de Saussure, yo siempre entiendo las cosas mejor cuando empiezo con Saussure. En el caso de Saussure, como ustedes saben, el lenguaje es esencialmente un sistema de diferencias, sin términos positivos. Toda identidad es una identidad diferencial. Para entender el significado de la palabra padre tengo que entender, también, el significado de la palabra madre, hijo, etc., es decir, que todo ese conjunto de lenguajes es un conjunto diferencialmente ligado, lo cual significa que la totalidad del lenguaje está implícita en cada acto individual de significación.
 

El corolario de este análisis es, sin embargo, que lo que es necesario es la sistematicidad y el cierre del sistema, porque si la identidad de toda diferencia seconstruye por su referencia al conjunto de las otras diferencias, si el conjunto de las   otras diferencias, no fuera un conjunto especificable, ninguna diferencia llegaría, verdaderamente, a constituirse.

El problema, sin embargo, que esto plantea, es que para definir la sistematicidad de un sistema, en el momento de su totalización, el momento de su universalidad, lo que tenemos que hacer es, en este caso, es definir los límites del sistema. Porque sin definir los límites del sistema, el sistema como totalidad, no puede tampoco ser definido.

Y ahí, lo que encontramos entonces es algo que Hegel había enunciado, que para entender los límites de algo tenemos necesariamente que ver, aquello que está más allá del horizonte, sin ver lo que está más allá de los límites tampoco se puede ver un límite.

Es decir, que tendríamos una fórmula aproximadamente así:

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Tenemos un sistema de diferencias, y la única forma de especificar las diferencias, como diferencias, es especificar el sistema como totalidad. Pero el sistema como totalidad se define a partir de sus límites. Y los límites exigen que haya algo más allá del límite.

Si este es el sistema de las diferencias y lo que está más allá del límite es una diferencia más, esta diferencia más tendría que ser interna y no externa al sistema. Es decir, que por un lado necesitamos que esta referencia externa, para constituir la sistematicidad del sistema que es la condición de las diferencias, por el otro lado, en la medida en que apuntamos a estas diferencias, la diferencia pasa a ser interna al sistema.

¿Cuál es la solución a esta dificultad?

La única solución es si esta diferencia tiene el carácter de una exclusión, es decir, que no es una diferencia más, en una relación de solidaridad con todas las otras diferencias, sino que es la diferencia excluida, que como tal, no es una diferencia más, pero que es la condición, de que el sistema de las diferencias pueda constituirse.

Por ejemplo, en el curso de la Revolución Francesa, Saint Just, decía, que la unidad de la República es solo la destrucción de aquello que se opone a ella.

Es decir, sin este momento de exclusión, este momento de antagonismo la República como totalidad se disgregaría, el campo republicano se disgregaría. Esto, sin embargo, soluciona, aparentemente, nuestro problema, pero sobre la base de crear un problema más difícil todavía, que es el siguiente: Este elemento excluido esel que constituye la unidad del sistema y como tal, las diferencias en tanto diferencias, en relación al elemento excluido, las diferencias no son solamente diferentes unas de otras, sino que también son equivalentes en relación a este elemento. Y la equivalencia es exactamente aquello que subvierte las diferencias.

Es decir, que aquello, para decirlo en términos desconstructivos, aquello que es la condición de posibilidad de la sistematicidad del sistema, es al mismo tiempo la condición de imposibilidad.

Es decir, que todo elemento del sistema se constituye en una relación inestable de tensión, entre estas dos relaciones, equivalencia y diferencia que se requieren mutuamente, sin embargo, son incompatibles, la una con la otra. O sea, que el elemento de la sistematicidad, del sistema, en el momento de su totalización, de su universalidad, es un objeto que es a la vez necesario e imposible.

Es necesario porque sin él, como he dicho, las diferencias no podrían constituirse como diferencias; es imposible porque su emergencia implica el desencadenamiento de lógicas estructurales que son incompatibles las unas con las otras. Es, de alguna manera, que esta sistematicidad del sistema, este objeto elusivo, que cerraría la estructura, es un poco como el noúmeno Kantiano. Es decir, un objeto que se muestra a través de la incapacidad de su representación adecuada.

Ahora bien, ¿cuál es la consecuencia que se deriva de esto? Que si en tanto, ese objeto es necesario, va a tener que tener acceso al campo de la representación. Pero siendo, sin embargo, ese objeto, a la vez, imposible, la representación va a tener que ser una representación necesariamente inadecuada.

¿Cuáles son los medios de representación posibles de ese objeto? Evidentemente solo las diferencias individuales que se constituyen dentro del sistema. Es decir, que solo si una cierta particularidad, sin cesar de ser la particularidad que es, asume la representación de una totalidad que es inconmensurable con ella, que algo del orden de la representación, va a emerger.

Ahora, esta relación por la cual, una cierta particularidad asume la representación de una totalidad inconmensurable con ella, es exactamente, lo que nosotros llamamos, una relación hegemónica. Es decir, la hegemonía supone una relación imposible de resolver entre particularidad y universalidad.

Supongamos que tenemos, es un ejemplo con matices ligeramente diferentes a los que hemos usados, con Chantal Mouffe, en el libro que hemos escrito conjuntamente, Hegemonía y Estrategia Socialista, la situación es la siguiente, supongamos que tenemos un régimen extremadamente represivo, el Zarismo, por ejemplo:

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Y que esta es una frontera separando al zarismo, en tanto sistema opresivo, del resto de la sociedad y que en un momento dado, un cierto grupo, por ejemplo los  obreros metalúrgicos, inician una huelga por el alza del salario. Esta es una reivindicación específica, llamémosle la reivindicación 1, pero como tal es una reivindicación particular. Pero por otro lado, por el hecho de tener lugar, en este contexto represivo va a, también, ser vista como oposición al sistema.

Es decir, que hay un cierto spaltung, spaltung inicial en la reivindicación misma. Por un lado es una cierta particularidad y por otro lado encarna algo que va más allá de la particularidad.

Por el hecho de que encarna algo más que la particularidad, es porque una relación equivalente puede comenzar a establecerse con otras reivindicaciones.

Por ejemplo: los estudiantes inician movilizaciones contra la disciplina en las escuelas y por el cambio de plan de estudio, llamémosle a esta reivindicación.

Desde el punto de vista de las particularidades, estas dos reivindicaciones son enteramente diferentes, la una de la otra. Pero en tanto, se están oponiendo, las dos, al zarismo, una relación de equivalencia va a ser establecida entre ellas.

Y en un tercer momento, por ejemplo, la reivindicación 3, los políticos liberales inician una campaña, una serie de banquetes para demandar la libertad de prensa. Y así se va formando una cadena progresiva y equivalencial.

Ahora bien, en un momento dado, las equivalencias tienen que pasar a ser significadas como totalidad.

¿Y cómo pueden ser significadas como totalidad, si esta totalidad, en primer lugar es abierta y en segundo lugar si el momento de particularidad no puede ser en última instancia eliminado?

Es solamente, si una de estas reivindicaciones, por ejemplo la reivindicación 1, asume la representación de toda la serie.

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El ejemplo, perdón, que me viene, en este momento a la memoria, es en inglés. Si yo digo a glass of milk acá tenemos una relación de combinación entre elemento

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Esto es lo que le da un carácter hegemónico. Esa reivindicación particular, deja de ser una mera particularidad y pasa a representar una cierta universalidad.

Por ejemplo, en las reivindicaciones de Solidaridad, comenzaron siendo reivindicaciones obreras, pero al ocurrir el proceso de desgaste y erosión del régimen comunista, esas reivindicaciones obreras, inmediatamente pasaron a ser el símbolo de un proceso, mucho más basto.

Ahora, si comparamos, este modelo, con el de mi primera formulación, ustedes venque es exactamente el mismo modelo. 

Tenemos aquí una frontera que crea un elemento de exclusión, de división de la sociedad, en dos campos. Tenemos, en segundo lugar, una serie de particularidades, diferencias que corresponden al semicírculo inferior, de esta cadena de equivalencias y por el hecho de estar todos opuestos al elemento excluido, acá está ej. del  semicírculo superior, abre la posibilidad de la cadena de equivalencias. Y finalmente, la representación de esa totalidad, solamente va a darle, a través de un medio representacional, inadecuado, es lo que va a construir la relación hegemónica   en los términos que acabo de definir. De alguna manera tenemos que ver, es cuáles sonlas articulaciones posibles entre estos dos elementos, estas dos dimensiones. La dimensión de particularidad, que es lo que yo llamaría, la lógica de la diferencia y el momento de universalidad, que yo llamaría, la lógica de la equivalencia.

De alguna manera podríamos representar, en términos de categorías lingüísticas, esta doble lógica, en términos de sintagma y paradigma.

El caso de un sintagma, es que nosotros tenemos una relación de combinación de elementos, en el sentido de lo social.

Pero, por otro lado, esta sería una relación sintagmática, pero del otro lado tenemos aquí una relación paradigmática, porque puedo sustituir glass por bottle por pint, etc.

Ahora, cuanto más, la lógica de la sustitución, la lógica del paradigma, a diferencia del sintagma, predomina, tanto más la sociedad va a estar dicotomisada en torno a dos únicas posiciones sintagmáticas. Y todos los elementos se van a distribuir en términos de relaciones de equivalencias a partir de estas dos posiciones, sintagmáticas.

Por ejemplo: Braden o Perón. En un momento existía esta discusión social y radical.

Por el contrario, en los discursos populistas, es exactamente lo que ocurre. Por el contrario, los discursos más institucionalistas van a expandir la cadena de posiciones sintagmáticas y van a redistribuir los elementos que estaban en una relación de sustitución, en momentos diferenciales que se articulan.

Por la razón que he dicho, es que la lógica de la diferencia y la lógica de la equivalencia no hay forman de producir una articulación lógicamente perfecta. Lo que hay es una tensión entre los dos. Es por eso que la relación hegemónica es central en la constitución de cualquier diferencia colectiva. La relación hegemónica es una relación de poder. Es el campo dentro del cual se construye cualquier identidad  social.

Cuanto más esta cadena de equivalencias se expande, más este significante va atener que vaciarse del contenido originario para significar el conjunto de la cadena.  Es decir, por ejemplo, que la vacuidad de los símbolos populistas, que es tan criticada,  en realidad, lo que expresa, es el valor positivo de esos símbolos; porque un símbolo  político, un símbolo que articula en una cadena de equivalencias un amplio conjunto de demandas, solamente puede ser, un significante vacío. Esa vacuidad es esencial a la construcción misma de lo político.

Si, por el contrario, nosotros tenemos una situación en la cual la relación de enfrentamiento, comienza a diluirse y la sociedad es capaz, por medios no políticos, por medios meramente administrativos, de tratar de resolver los problemas sociales, en ese caso, vamos a tener un pasaje de la política a la administración, lo que corresponde por ejemplo a la famosa fórmula de Saint Simón, que el marxismo después adoptó, era: del gobierno de los hombres a la administración de las cosas. Pero que, por ejemplo, hoy día, las teorías de la tercera vía tratan de proponer como panacea política y en realidad es la muerte de lo político.

Un par de casos extremos contrapuestos, de cómo esta lógica de la equivalencia y de la diferencia, pueden acentuarse en una dirección o en otra.

El ejemplo que voy a darles es un ejemplo típico en el cual la lógica de la equivalencia toma como un concreto control con respecto a la lógica de la diferencia. El segundo ejemplo es el caso que lo opuesto ocurre.

El primer ejemplo que voy a darles es: los símbolos políticos del peronismo en la Argentina en los años ’60 y 70. El segundo ejemplo es la constitución de la hegemonía burguesa en Inglaterra en el siglo XIX, en el momento de descomposición del discurso popular del cartismo en Inglaterra.

El ejemplo argentino: conla caída del régimenperonista y el restablecimiento de un poder oligárquico en el país, se va a producir el intento, que ustedes saben, que es trata de disolver las identidades populares, peronista, estoy hablando de 1455, y de reabsorber, individualmente las demandas de un estado liberal y expansivo,que se suponía que ibaa expandir sobrela base de las inversiones extranjeras. Entonces la apuesta era muy clara, o bienese plan tenía éxitodesechando las equivalencias peronistas se iban a romper, o bien no iba a tener éxito y en ese l aso, la cadena equivalencial se iba a expandir, el país iba a entrar en un rápido proceso de desinstitucionalización. Es lo que ocurre, frecuentemente, durante los años ’60 y comienzos de los’70. La centralidad de los símbolos populares, del peronismopasa a ser cada vez mayor. La cadena equivalencial se expande. Y en ese momento ¿cuáles eran los símbolos, que realmente, cuál era el significante vado que realmente pasa a ocupar el principio organizador de toda esta serie? Era la demanda del retorno de Perón. Perón estaba en una situación ideal para transformarse en ese significante vacío. Estaba en España y trataba de intervenir,
cuanto menos posible, en la vida de su movimiento excepto en la forma en que la
voy a definir en un instante.

El peronismo no era un movimiento altamente institucionalizado, sino que era una serie de símbolos que circulaban entre grupos políticos de la más basta orientación, desde grupos fascistas hasta grupos trotzkystas. En estas circunstancias, Perón cultiva su papel de significante vacío, sobre la base de varias estrategias discursivas, pero una de las más importantes era enviar cartas. En estas cartas decía a la gente cosas totalmente contradictorias. Por ejemplo le mandaba una carta a un r grupo fascista y le decía que Mussolini era inimitable, mandaba una carta a un grupo Maoísta y le decía que Mao era el jefe de la…Pobre Jhon Willian Cook se desesperaba tratando de organizar el movimiento y decirle a Perón: «General, hay muchas, demasiadas directivas», y ahí una carta, la cual Perón responde a Cook, típica, la cual le dice: «pero Cook si yo diera una sola directiva puede fracasar y yo tengo que ser como el Papa, infalible». Es decir, que él tenía que ocupar, necesariamente esa función de significante vacío.

Con el proceso creciente de desinstitucionalización del país, durante los años ’60 v 70, la cadena de equivalencias se expande pero al mismo tiempo la centralidad c le Perón crece. De modo, que al final, «Viva Perón», era lo mismo que reclamar justicia. Siempre recuerdo un caso, que leí en esos años, lo he registrado en algún lado, de una muchacha que había ido a un hospital a pedir que le hicieran un aborto y le habían negado el aborto, sale, tira una piedra y rompió los vidrios del hospital y gritó, «Viva Perón». Es decir, que al momento de que, al momento final, todo se manifestaba, prácticamente en esta situación de desinstitucionalización moviéndose la dirección de equivalencia pura. El drama, por supuesto, fue que cuando vuelve Perón en 1973, ya no es un significante vacío, es el presidente del País, tiene que adoptar políticas concretas, pero la lógica salvaje de las equivalencias, que el peronismo había producido, era tal, que ni siquiera Perón podía controlar, este flujo, en la creación de sistemas de diferencias mucho más estable, perdurable, y la situación llegó a una anarquía creciente y terminó en la forma que ustedes saben.

El ejemplo opuesto, al cual quiero referirme, es el del cartismo Ingles. En el período, que va, en Inglaterra, desde el fin de la Guerra Napoleónica hasta la reforma electoral de 1832, se da un proceso de dicotomización creciente de la sociedad. Tal estado es llamado oíd corruption. Están, de otro lado, todas las demandas sociales, de sectores, que no podían ser representados dentro de esa situación. Demanda de libertad económica, demanda de libertad de expresión, demandas de vivienda, demandas sociales de distinto orden, republicanismo, etc., y todas ellas, iban constituyendo una identidad popular, relativamente unificada en torno a las equivalencias. Hacia mediados del Siglo, cuando llegamos al período del victorialismo medio, el discurso conservador de Disraeli trata de confrontarse con esa situación. Entonces aquí el argumento que él va a hacer es: si seguir, a lo que él llama, la dicotomización del espacio social, «two nations», dos naciones, Inglaterra en dos naciones, «si seguimos con dos naciones, así vamos a terminar como Luis XVI». El tema del Torismo, que va a ser el tema desde Disraeli hasta Tatcher, que nuevamente volcó una política de confrontación, va a ser, que hay que lograr. Ahora  cómo lograr, one nation, el argumento de Disraeli es sobre la base de tratar las demandas una a una y evitar que ellas se realimenten. Si hay una acumulación de  demandas insatisfechas y un régimen institucional incapaz de absorber diferencialmente esas demandas entonces las condiciones para una explosión social, están creadas. Entonces el argumento va a decir, si usted tiene una demanda de  vivienda, bueno acá hay una institución del Estado que va a tratar esta demanda, pero note que esto se lo da la buena Reina Victoria que no tiene nada que ver con el republicanismo. O sea, que estas demandas, de esta organización equivalencial, de las reivindicaciones sociales empieza a quebrarse, se va dando una sociedad, idealmente, al menos, una sociedad en la cual las fronteras internas tienden a desdibujarse. Esto va a culminar en la ideología del Estado de Bienestar. El Estado de Bienestar, es concebido como una gran totalidad social sin fisuras, en base al principio de que toda demanda individual va a ser respondida institucionalmentepor el dique máximo.

Este esquema, de los significantes vacíos ha sido planteado sobre la base de esta dicotomización del espacio social.

¿Qué ocurre si el régimen zarista no es totalmente estúpido y trata de romper el eje hegemónico él mismo? En ese caso vale pensar absorber las demandas socia leí individuales, que están organizadas, aquí en el sistema de equivalencias, en un sistema de equivalencias distinto, de modo que la frontera interna de lo socia] empieza a construirse de otra manera. Pero el efecto de esto va a ser, que ciertas demandas van a autonomizarse porque van a estar sometidas a la presión estructuralde dos tipos de discursos completamente diferentes. En este caso yo hablaría de, node significante vacío sino de significante flotante. Flotante porque tiene lugar en un espacio en que la acumulación no está definitivamente dada. En realidad estas dos dimensiones, del significante vacío y el significante flotante están presentes siempre. Solo por razones analíticas las estoy apuntando aquí. Pero es importante que analíticamente la distinción se haga porque ciertos cambios entre estas dos dimensiones pueden afectar el modo en que un cierto complejo hegemónico va a estructurar.

Un ejemplo muy simple de significante flotante: en 1943, el régimen fascista cae, el rey se va al sur, y hace la paz con los EE.UU. y en el norte Mussolini inicia la aventura de la República que instaló, es decir un régimen republicano antimonárquico basado en la presencia masiva del ejército alemán. Para dar i -risibilidad a su régimen, él intenta apelar a la tradición Republicana Italiana, que era la tradición del democratismo radical, que era la tradición de Mazzini y Garibaldi. Y la imagen de Mazzini y Garibaldi aparecen en todos lados. En ese momento, el Secretario General del Partido Comunista Italiano, M. Troiani trata de lanzar una contraofensiva ideológica, hablando desde radio Milano. Radio Milano en ese momento estaba en Moscú. El norte de Italia estaba ocupado por los alemanes. Lo que Troriani dice es: que ellos están usurpando símbolos auténticos del pueblo italiano, porque nosotros somos los verdaderos mazzinianos, los verdaderos garibaldinos, porque nosotros tratamos de emancipar, de liberar al pueblo de la opresión extranjera como Mazzini y Garibaldi lo hicieron mientras que ellos se están aleando con los alemanes, etc., etc. Así que ahí tienen un ejemplo de significante flotante. Es el último período de la guerra desde el punto de vista de la ofensiva ideológica en Italia, en el norte de Italia, donde realmente se combatió, fue una lucha de los dos bandos, fascista y comunistas por articular de modo distinto los mismos símbolos. Fue una lucha estrictamente hegemónica en ese sentido.

Con esto yo espero que el esquema esté más o menos claro. Lo que quiero ahora es discutir toda una serie de dimensiones teóricas de este esquema.

En primer lugar la función de nombrar, nominar.

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La función de nominar, tiene una importancia capital en la constitución de estas identidades colectivas. Este elemento, que articula es también el elemento que nombra. Pero en el momento de nombrar rompe con el particularismo de lo que nombra antes. Lo que es importante es determinar en qué consiste el proceso de nombrar. ¿Cómo un cierto nombre se aplica a una cierta realidad? ¿Cuál es exactamente la función de ese nombre? Hay dos tipos de teorizaciones, las teorizaciones llamados descriptivistas y la teorización de los llamados antidescriptivistas. La posición más clásica era la posición de los descriptivistas, tal como por ejemplo, fue formulada por Bertrand Russell. Según Russell un nombre presenta, una serie de rasgos descriptivos. Cuando encontramos un objeto, en el mundo real, que corresponde a estos rasgos descriptivos, nosotros aplicamos ese nombre, es decir, que el nombre no añade absolutamente nada a aquello que es nombrado. Por el otro lado está la posición antidescriptivista que es la que aparece formulada en forma más rigurosa en un libro de Kripke llamado Naming and neces-sity. De acuerdo a los antidescriptivistas es el proceso de nominación un proceso que consiste en un bautismo originario, es decir el nombre de alguna manera, constituye la cosa y aplica a la cosa, independientemente de los rasgos descriptivos de la cosa.

Por ejemplo, un ejemplo que da Donneland: Tales de Mileto era, según Heródoto y Aristóteles el filósofo que dijo que todo era agua. Ahora, supongamos que Heródoto y Aristóteles se hubieran equivocados, que Tales de Mileto no era un filósofo, en absoluto, sino que era un cavador de pozos que un día dijo, quisiera que todo fuera agua así no tengo que cavar tantos pozos. ¿Se aplicaría, en este caso, el nombre Tales de Mileto, a ese cavador de pozos?. Evidentemente si, aunque los rasgos descriptivos fueran totalmente diferentes. Por el otro lado, supongamos que hubiera existido un filósofo misterioso que correspondía exactamente a los rasgos escriptivos de Heródoto y Aristóteles, y hubiera dicho que todo es agua, pero ^ acerca de su existencia Heródoto y Aristóteles no hubieran sabido nada. ¿Se le hubiera aplicado a ese el nombre de Tales de Mileto?. Evidentemente no. Es decir, que el nombre hace siempre algo más que reproducir los rasgos descriptivos de la cosa. Es ^ decir, que en una serie como esta, llamar a alguien, de un cierto modo, no traducimos en ese nombre la descripción de lo que se trae en esa serie. Es el acto mismo de nombrar que se constituye retrospectivamente la serie. Sin ese acto de nombrar, La serie, no llegaría a ser constituida. Esto significa, que en el acto de nombrar estamos aludiendo a algo que es una falta constitutiva de la serie como tal.

Tenemos la división en la estructura en cada una de las reivindicaciones, esta división requiere que el momento de universalidad sea significado. Pero esto significa que sin esta significación ninguna identidad, de las que forman parte de la serie, está realmente constituida. Solo ese acto de nominación en la forma distorsionad.), que he descripto antes, constituye la unidad de cada uno de estos elementos y constituye la unidad de la serie. Esto muestra, por ejemplo la diferencia entre del tipo de universalidad que es posible en este tipo de análisis y el tipo de universalidadque se encuentra en otro tipo de análisis. Supongamos, en el caso de Habermas, ustedes encuentran que este momento de universalidad tiene un contenido independientemente de las particularidades. En la teoría de la justicia de Rawls, ustedes encuentran la idea de que la universalidad tiene un contenido especificable, independientemente de esta relación con la particularidad. Y por otro lado, usted» i tienen la teoría opuesta en el particularismo extremo de Lyotard, este tipo de particularidad, que estoy planteando aquí sería parte de lo que es anatema para él, una gran narrativa.

Lo único que se da, son juegos de lenguaje, totalmente particularizados e inde­pendiente unos de otros y estos juegos de lenguaje, sin embargo, tienen que partici­par en un espacio que no coincide con el espacio que es posible construir en ningu­no de ellos. O sea, que tienen que interactuar, de algún modo. Pero esta interacción como tiene reglas de formación, enteramente distintas, las unas de las otras, solo pueden ser una interferencia. Es decir, un daño que se verifica como resultado de esa interferencia.

En este tipo de análisis, que estoy proponiendo, cada una de estas particularidades no cesan de ser particularidades, pero el hecho mismo de que estas son particularidades dentro de un espacio que es más amplio de lo que es especificable dentro de cada una de ellas, significa que hay una falta originaria dentro de cada una de ellas. La falta originaria es la que pone en movimiento este juego que aquí he denominado Hegemonía. Por ejemplo, las teorías políticas de una democracia radi­cal, al comienzo, querían llegar, a un sujeto que fuera directamente universal. La voluntad general, en Rousseau, o la del proletariado como clase universal, representa en Marx, un sujeto que consiste en una universalidad, que no entra en ningún juego articulatorio con las particularidades. En el caso de la teoría de la hegemonía en Gramsci vemos aquí que la clase hegemónica, para Gramsci, es siempre una basehegemónica que se constituye sobre la base de una fusión de particularidades, y de una representación de estas particularidades en otro externo. Aquí, yo creo que, es muy importante ver este proceso de nominación.

Un proceso de nominación que tiene que pasar por ese momento de la falta, va a tener una estructura que podríamos llamar retórica. Un ejemplo tomado de Paul de Man, este analiza ciertos textos de Pascal, y en los textos de Pascal, él trata de ver, comociertas categorías, como movimientos, como temporalidad, como números, He constituyen. Y en todos estos casos la constitución de la serie depende de la tendencia, de algo que es radicalmente heterogéneo respecto a la serie, pero sin embargo, sin este momento heterogéneo la serie no podría constituirse. En el caso del movimiento es el caso de la estasis, la estasis es algo que niega el movimiento tero el movimiento solo se puede concebir con una xxxx. En el caso de la temporalidad es el instante, de lo que no es temporal, sin embargo, sin ese instante la temporalidad es totalmente impensable. Y en el caso del número es el cero. Es decir, el cero es esencial para constituir la serie numérica; ya Frege y Russell, lo habían advertido, la posibilidad de constituir como la matemática sucesión de tipo lógico, en vez de que la serie numérica comience con el cero. Y en su famoso artículo sobre La sutura, Jacques-Alain Miller va a desarrollar la misma intuición.

El punto es que si, esto lo dice De Man, que si el cero es algo totalmente heterogéneocon el orden del número, no puede ser asimilado al orden del número como tal. Pero, sin embargo, si es necesario para representar la serie numérica en ente caso va a tener que ser nombrado. Pero si yo llamo cero a algo no es innombrable, nombro lo innombrable, en ese caso estoy haciendo del cero un uno. Y haciendo del cero un uno esa aplicación, en la unicidad al cero probablemente pueda tener el carácter de un movimiento topológico. Es decir, de un movimiento figural.

Ahora con esto llegamos a un segundo punto, el momento de la nominación es constitutivo, porque el momento de la nominación no reproduce algo dado, sino constituye la unidad de ese algo dado. Y el momento de la nominación va a incluir algo que es esencialmente una trampa. Una trampa porque el acto de la nominación apunta a algo más allá de lo dado, sin embargo, solamente puede darse a partir de lo dado, se va a dar a través de una deformación del momento de lo dado. Ahí, entonces entramos en las varias figuras retóricas, creo que, probablemente en los próximos años, a lo que vamos a asistir es a una reformulación de las estructuras ontológicas con que las ciencias sociales trabajan, en términos del modelo de la retórica. Hemos pasado ya bastantes años con este tinte que ha sido la teoría de la elección racional, que trata de aplicar una ontología a los procesos sociales que es totalmente incompatible con las formas, que en lo social se constituye. Pero el momento de lo retórico, yo creo que aporta una dimensión nueva, que el psicoanalistas lacaniano, no van a tener ninguna dificultad de reconocer.

Voy a hacer dos o tres observaciones, en primer lugar en Hegemonía y Estrategia Socialista, la relación hegemónica es siempre una relación metonírnica, mejor dicho comienza siendo una relación metonímica. Porque una relación metonímica es esencialmente una relación, en la cual la transposición figural se da a través de la  continuidad, no de la analogía. Este momento inicial, significa, por consiguiente, que aquel grupo que asume una función hegemónica, en ciertas circunstancias, va a mostrar la contingencia del vínculo que está construyendo.

Supongamos que en una cierta localidad hay violencia racista y por razones de ser el único grupo estructurado en esta localidad, los sindicatos son la única fuerza social que puede asumir la lucha contra el racismo. Evidentemente, la función natura del sindicato no es luchar contra el racismo, pero por el hecho, de que en esta circunstancia, solamente los sindicatos en estas condiciones pueden asumir la lucha antirrasista, la contingencia de esta función es lo que va a tener un carácter netamente metonímico.

En segundo lugar, una vez que un grupo ha asumido una cierta tarea, de este tipo, ese grupo va a tratar de soldar esa tarea cada vez más, de modo que la unidad, finalmente, entre estos dos tipos de luchas aparezca como una unidad de tipo natu­ral. En este caso la relación metonímica va moverse hacia un tipo de relación de categorías. La relación metafórica es una sustitución sobre la base, no de la continuidad sino de la analogía. Pero que una vez que la continuidad se ha repetido suficientemente en el tiempo el tipo de relación deja de ser metonímico y pasa a ser un tipo de relación metafórico. De alguna manera, toda hegemonía, es un argumento que estoy preparado a defender, está siempre en terreno de nadie entre la metonimia y la metáfora.

Lo que es importante darse cuenta es que los límites entre una figura retórica y otras figuras retóricas no son límites rígidos, sino que son límites que se negocian discursivamente todo el tiempo.

Una tercera dimensión, es que también una relación metafórica tiene el carácter sinecdótico. Una sinécdoque es una relación en la cual las partes reemplazan todo. Si yo digo: tantas velas por tantos barcos, es una sinécdoque. Para mi análisis de la hegemonía la figura de la sinécdoque es especialmente importante, porque si lo que tenemos es una particularidad que asume la representación de la totalidad, en ese caso tanto metáfora como metonimia van a estar también empapadas en la sinécdoque.

Y una última dimensión figural es que todas estas formas participan de la catacresis. La catacresis no es en realidad una figura del lenguaje, la catacresis es una dimensión que está presente en cualquier figura del lenguaje. ¿Cuándo hay una catacresis? Cuando tenemos una expresión que es figural a la cual, sin em­bargo, no corresponde ningún término literal. Si yo digo como Homero: «la innu­merable sonrisa del mar», esta es una metáfora que en principio no sería catacrética, porque yo tengo un término literal, que viene a ser, las olas, si de otro lado yo digo – las alas sin edificio – aquí hay una figura del lenguaje, porque el edificio no tiene alas, pero aunque esta es una figura del lenguaje no hay un término literal que exista para designarlo. Cuando el movimiento es retórico pero corresponde a la falta de un objeto literal, acá tenemos la catacresis.

El argumento que no voy a desarrollar en este punto, es que, si esto es así yo creo que toda figura es catacrética, porque en el desplazamiento de lo literal a lo metafórico a  lo metonímico se está diciendo algo más que lo que se hubiera podido decir de modo literal. Una vieja retórica, que consideraba la retórica como un adorno dellenguaje presentía que había una sustitución entre lo literal y lo figural que era de uno a uno. Por el contrario, nosotros vemos lo figural como una creación de un sentido, de algo que no se hubiera podido definir de otra manera, en este caso el elemento de falta, que está ahí presente, y la catacresis totalmente dominante.

Un último punto al que quiero referirme, que sería la relación de falta, presente en la relación de representación. Las teorías clásicas de la representación eran teorías en las cuales se tenía desconfianza respecto de una relación representativa. Porque decía que la expresión directa, no mediada a través del elemento representativo, presa más que lo que una cierta identidad es, si tenemos que apelar a esa mediación discursiva de la representación. Por ejemplo: en El contrato social, Rousseau, tiene Una desconfianza profunda de toda relación de representación, porque dice que el representante va a necesariamente tergiversar la voluntad del representado. Y en el marxismo, esta desconfianza respecto a la representación tiene un nombre que es la extinción del estado. El estado se extingue porque no es necesario tener una esfera pública separada de la sociedad como tal, del hombre como hombre total, que es él, que puede llevar a cabo sus propias tareas sin apelar a mecanismos representativos. V sin embargo, ¿es esto verdad? El argumento que los críticos de la representación presentanes que si tenemos representación, por lo menos la representación tiene que ser lo más transparente posible. Es decir, que el papel del representante tiene que ser transmitir fielmente sin ninguna distorsión la voluntad del representado.

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O sea, que habría un movimiento de representado a representante, en la cual en este punto habría una identidad constituida y en este punto se daría el proceso de transmisión fiel, de esta representación. ¿Es esto una pintura adecuada, de aquello en que una representación consiste? No lo es por el hecho de que en este punto, van a tener que tomarse decisiones, que afectan a quienes no están presentes allí. Esto significa que la relación entre quienes tienen que ser representados en el espacio en el cual la representación se va a dar, es una relación de heterogeneidad. Algo le falta al representado en este punto, que el proceso de la representación tiene que llenar al transmitir su voluntad en este punto. Supongamos el caso más simple, que un grupo de productores agrarios que quieren que se impongan aranceles aduaneros a la importación de trigo extranjero, para proteger sus productos, y eligen un diputado al parlamento. Incluso, en este caso, donde hay intereses, claramente definidos, y la voluntad, el mandato es perfectamente claro, la tarea del representante no puede ser simplemente una tarea de transmisión. Va a tener que argumentar el caso, en este otro punto, y al argumentarlo va a tener que decir, por ejemplo, que la demanda de los productores agrarios es compatible con el interés nacional y va a tener que crear un discurso distinto de aquel, en el cual, el representado, se habíaconstituido originariamente. Entonces ese discurso, a su vez, va a repercutir sobre la identidad del representado y en ese sentido se va a universalizar, porque va a incorporar muchos elementos que no estaban dados en el momento originario sea, que esta relación, primera, de representación va a ser complementada por una relación en la que es bien opuestas, el representado y el representante hacia el representado. Porque hay una falta constitutiva en aquel que tiene que ser representado la relación de representación no va a ser, simplemente, una relación de transmisión sino una relación de intentar llenar esa falta, descubrirla con algo.  Sin embargo, supongamos que aceptamos este argumento, ¿una sociedad va a ser  más democrática si el primer tipo de relación predomina sobre el segundo? No  necesariamente. Todo depende de cómo sea la identidad de aquel que deba ser representado aquí. En el caso de los agricultores, que hemos señalado, la situaciónes relativamente clara porque ellos tienen un interés bien definido que está localiza do en las relaciones de producción en un punto a partir del cual ellos establecen una distinción entre ellos y el ambiente externo, negocian sobre esa base. Pero supongamos una situación de marginalidad social, personas que viven en los márgenes de la sociedad sin ninguna inserción productiva clara, algo que en el extremo sería el lumpen proletariado de Marx y ese lumpen proletariado con los fenómenos de globalización, representa sectores cada vez más amplios de la población. En ese caso lo primero es que las personas tienen que constituir un interés y tienen que constituir un lenguaje que solamente les puede venir del representante porque no hay una tendencia natural a la construcción de ese lenguaje, en ese punto.

La relación de representación no es natural, es algo que es constitutivo de lo social como tal. Solamente podríamos prescindir de la relación de representación si nosotros tuviéramos una expresión directa que no requiriera intermediario.

Por ejemplo: en el libro de Habermas, Conocimiento y seres humanos, presenta varias disciplinas que corresponden a los varios intereses de los seres humanos. El conocimientoen la disciplina paradigmáticaes la física, en la ciencias hermenéuticas la disciplina paradigmáticaes la filología y lo que corresponde a los intereses emancipatorios de la humanidad, la disciplina paradigmática es el psicoanálisis. Pero la forma en que presenta al psicoanálisis es que el Ich de Freud, allí donde está el ego tiene que emerger, como tarea del psicoanálisis ubica la superación definitiva l leí inconsciente, es decir, que el ser humano va a pasar a ser plenamente transparente así mismo. Que el psicoanálisis se va a doblar en un socioanálisis en el cual, una vez que los obstáculos a la emancipación sean superados psicoanalíticamente a nivel individual y socialmente a través del proceso emancipador vamos a tener seres absolutamente racionales con los cuales no vamos a tener ninguna necesidad de tina relación representativa, porque ellos mismos van a ser agentes de la historia. Yo no sé qué es peor si esta idea de Habermas, de que el Ich va a dejar de existir o la idea de Sartre de que él no tenía Super ego.

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Discusión:

Vallina: No soy psicoanalista, vengo del campo de lo comunicacional, específicamente al lenguaje audiovisual. Cuando usted hablaba de sinécdoque, creo quetambién habló de cine. Passolini dice que el cine es metonímico pero inevitablemente metafórico y que la figura esencial es sinécdoque la parte por el iodo. Aparentemente, puede ser que el lenguaje cinematográfico esté intervenido en esta visión desde una perspectiva creadora e incluso a los fines pedagógico. En función de eso hay un film ahora en la Argentina que se llama «La Ciénaga» que me parece que ilustra acabadamente sus conceptos y otras producciones que están velando un imaginario, muy activo, en el cual justamente, esta constitución de  equivalencias y la universalidad de estas en relación a un nuevo campo hegemónico… algoasí como el derrumbe de discursividades, que bueno, yo digo a mi manera vacían de tal modo su contenido.

Marcelo Ale: En relación a la noción de nominación, ya que desde un módulo de investigación de la Asociación, es un tema que estamos estudiando, tal vez se podría Utilizar su argumento para lo que es la singularidad. Un poco, lo que en cierto modoplantea Goodman, si nominar atañe exclusivamente a la singularidad y si se puedeutilizar, con alguna tensión, para designar a un conjunto.

FátimaAlemán: Podría aclarar lo que usted planteaba con respecto a que diferencia hacíacon respecto del significante vacío y el significante flotante.

Leticia García: Una pregunta que se suma a lo que planteaba Marcelo Ale, en relación a la nominación, y a la distinción que usted ha hecho, entre este grupo particular y la serie de reivindicaciones. La relación que se da entre este grupo particular que permite, por ejemplo: «la vuelta de Perón», que permitió unir a todos los grupo, ¿a esta relación Ud. la define como de nominación?. Si la nominación implica que hay un significante vacío que permite a todos estos grupos colocarse en esta relación de hegemonía, ¿cómo es la relación de esa hegemonía con la nominación?

Dr. Ernesto Laclau: Primero voy a explicar el punto del significante vacío y flotante, y después las otras preguntas que en realidad son complementarias a esto.

Para tener un significante que funcionara como puramente vacío, sin ningún elemento de flotamiento, lo que nosotros tendríamos que tener es una frontera absolutamente estática. Es decir, el esquema era así:

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Si estos elementos se equivalencian entre sí, y el significante es el representante de esta equivalencia, esta equivalencia solamente existe en la medida en que existe esta frontera con este elemento excluido. Es decir, esta sería una relación pura delsignificante vacío sin ningún flotamiento, porque todos los elementos encontrarían   su representación hegemónica en este significante.

Si la frontera no es una frontera estable, sino que hay distintos proyectos de construcción de la frontera, en ese caso, cada uno de esos elementos, no va a ser simplemente articulado por un significante vacío unidimensional, sino que va a ser el tratamiento mismo de la frontera y estos desplazamientos de la frontera van  crear distintas cadenas de equivalencias.

Por ejemplo, si tenemos un significante como mujer, supongamos que la fijación de significantes se da a través de una equivalencia con grupos oprimidos, etc. y otra cadena de equivalencias es, subordinación al hombre, familia, etc. En este caso el significante mujer, va a ser fijado diferencialmente por estos dos tipos de cadenas. Para que hubiera un significante, vacío, puro, que no fuera flotante, la frontera tendría que ser totalmente rígida y no tendría que darse la expresión estructural de proyectos hegemónicos distintos.

Esto nunca se da. Nunca la frontera es totalmente fija. Entonces, estas dos dimensiones, de flotamiento y desvaciamiento, se están entrecruzando mutua mentí es muy difícil establecer un punto estable entre las dos.

Esto, de paso, es lo que permitiría distinguir, en la representación, ciertos problemas que el posmodernismo se ha planteado. El posmodernismo se plantaque hay implosión de la política, por el hecho de que la política está dejando de ser una política de fronteras. Que hay una desideologización del conflicto, por lo tanto esque estamos entrando en un tipo de sociedad en la cual las identidades ya no se construyen políticamente o antagónicamente. Yo no estoy de acuerdo con este tipo deanálisis, pero es verdad que la construcción de fronteras es más difícil hoy que cuando había sociedades, en las cuales los antagonismos eran más estables. Por ejemplo, En San Francisco, hace 15 años, todo el mundo decía, hay todas las condiciones para establecer un poder popular fuerte, para establecer un control popular fuerte del gobierno, porque se dan todos estos grupos excluidos. Es decir, lasreivindicaciones de los gay, las reivindicaciones de los chicanos y las reivindicaciones de los negros. Sin embargo, no ocurrió nada de eso simplemente porque las reivindicaciones, de cada uno de estos grupos se oponían entre ellas. La consecuencia era que no podía establecer, relaciones equivalenciales ningunas, o sea, que la división en dos campos no se lograba producir. Y en segundo lugar, que había distintos proyectos, de articular, cada una de estas demandas de algunos grupos o de otros grupos en formas políticas de tipos distintas. Jackson, con toda su teoría del Rainbow colections, trataba, justamente, de poner todos estos grupos juntospero tuvo un éxito muy limitado. En realidad, la noción de la moda, del populismo de derecha en América, ha sido más exitoso que la izquierda, evidentemente, en producir una política de fronteras, en los últimos 30 años.

¿Cuál sería la relación entre hegemonía y nominación? Después paso a la cuestión de singularidad y conjunto.

No hay una relación hegemónica si el proceso de nominación no pasa por un significante vacío. Si ese significante no es vacío (emptyness) no hay la constitución de un conjunto y, por consiguiente, no hay un proceso real de hegemonía.

La base del argumento, quizás lo puedo formular con más claridad que en la presentación, es que el proceso de nominación y el momento de vacuidad van juntos. O sea, que no tenemos solamente un vacío sino un significante vacío que nombra. Y que a través de ese nombrar, hay, retrospectivamente juntos, una serie de elementos quede otra manera no se podrían haber reunido.

Kripke, planteaba este argumento, Kripke decía: hay un bautismo originario, yo aplico un nombre, pero que es la X que recibe ese nombre. La mediación no es, evidentemente, a través de la descripción, como Russell habría supuesto, la mediación se da a través de una nominación pura, pero yo nombro algo, algo recibe la nominación, ¿cuál es esa X? El argumento que Kripke plantea ahí, que yo suscribiría, es que: el objeto es, simplemente, un efecto retroactivo del proceso de nominación. Que sin, ese proceso de nominación, no habría unidad del objeto. Y el elemento de vacuidad funciona como el nombre de la serie, la serie no puede unidad, excepto a través de este momento de nominación. Hay ciertos pasajes, en Hegel,  en los cuales, yo veo algo similar. Por ejemplo, la función del rey hereditario. En síntesis, la sociedad, el estado, llega al punto más alto de su racionalidad. Es decir, todas las funciones racionales, tenemos, la sociedad civil, como sistema de sociedades, por encima de las, que es el mundo de las particularidad pura, y el momento de la universalidad es el momento del estado, la burocracia es la clase universal. O sea, que con la burocracia se ha llegado al momento de la racionalidad. Sin embargo, algo falta. ¿Qué es lo que falta? No es algo que tenga un contenido racional, lo que falta. Porque toda la racionalidad que es alcanzable dentro del orden social, es menor que lo que alcanza la religión , el arte y la filología, es, de todos modos, una racionalidad incompleta. ¿Qué es lo que puede añadir, sino es u punto mayor de racionalidad? Es, simplemente, significar esa totalidad ración, que se ha constituido. Pero esa totalidad racional, solamente se puede significa hay una nominación pura. Entonces, ¿cuál es el rol del rey? El darle un nombre a esa totalidad, sin añadir ni una pizca de racionalidad. Y es por eso es uno de los argumentos más interesantes de su análisis. En síntesis, la monarquía, no puede ser una monarquía electiva, tiene que ser una hereditaria.

¿Por qué? Si nosotros hemos tenido una Constitución con la división de Poderes y todo eso ¿Significa introducir un elemento autoritario? No. Porque si nosotros tuviéramos una monarquía electiva, nosotros tendríamos que atribuir razones para elegir a un candidato, más que otros candidatos. Entonces, la monarquía sería dotada con una dimensión de racionalidad y la racionalidad no se habría alcanzado enteramente en el estado. Si tengo la figura estúpida del rey, simplemente por el  hecho biológico de haber nacido en una cierta familia, y que su función es simplemente la función de dar un nombre al conjunto, en ese caso la función del rey simplemente es totalmente vacía pero sin ese momento de nominación el conjunto no se crea.

Esto no sé si es un comienzo de respuesta al problema que Marcelo Ale planteaba allí. Es decir, el conjunto tiene que ser significado a través de algo que es esencialmente singular. Yo diría, el conjunto puede ser pensado de una serie de formas, pero siempre el nombre añade algo del orden de la singularidad que es necesario para su real constitución. Y es por eso que muchas veces, los procesos de desplazamiento, hegemónico discursivos, son procesos de renominación.

Hay una figura que es muy frecuente en las retóricas del Renacimiento, la paradaiastoles, que consiste en redefinir todo, en una forma distinta y el momentos más alto de esa paradiastoles es la nominadón. Por ejemplo: en lugar de decir borrachera digo conducta jovial, ese sería un momento de re redescripción.

Ahora, recientemente Quine ha hecho mucho uso de la paradiastole, porque él ve que en todos los sistemas de pensamiento del S. XVII, que en principio serían los sistemas de pensamientos más profundamente racionalistas, se da un momento que esa racionalidad requiere de la redescripción y esto cuenta, no por los rasgos descriptivos que añade sino por la nominación nueva que interviene en ese punto.

Es un punto que, por ejemplo, no creo que Richard Rorty, que ha utilizado esta noción de redescripción, mucho, ha enfatizado de una manera suficiente.

Enrique Acuña: Quedé interesado en el desplazamiento que usted hacía de la figura retórica de la catacresis hacia la sinécdoque, o sea, hacia la metáfora. Porque, me parece un punto interesante, que podemos charlar, la teoría del sujeto en Lacan. Me parece que hay un punto compatible con la teoría del significante vacío. Y es el siguiente: Lacan dice que le debe a Marx el concepto de síntoma y lo dice con respecto a que Marx inventó el síntoma, en la medida en que descubrió la plusvalía. Ahora, de qué manera se recupera un plus, un excedente que va a parar a las manos del capitalista. Y dice, Lacan, entonces, que Marx descubre algo que es una producción, también del sujeto del inconsciente. Porque cuando el sujeto del inconsciente, tiene mi síntoma, falla en su nominación, digamos así, tiene un sinsentido. En otro lado, puede tener, paradójicamente una satisfacción. Por eso una falta. O sea, la falta, del lado metonímico, habría un cierto excedente de satisfacción, que está tanto en Freud como en Lacan llamado, el goce.

Entonces, el goce sería un nombre de esta recuperación, en Marx llamó plusvalía y que Lacan pone en juego en el síntoma. Y ahí me parece interesante porque Lacan dice también, ahí que, sin embargo, no sabríamos como se ubican los síntomas del uno por uno, de cada uno de los sujetos en el colectivo. De qué manera se puede pasar el síntoma como algo propio de alguien, al síntoma, como se dice, al síntoma social. Y en eso, me parece, que la teoría suya tiene algo que decir, porque trata de demostrar que lógica habría en el colectivo de aquello que puede ocurrir en un sujeto particular. Y me parece que también, el psicoanálisis, se plantea este problema de la catacresis. La falta literal de un elemento en el síntoma. Síntoma, es alguien que viene a decir que falta algo en su goce, que falta un modo de decir acerca de eso. Entonces, para pasar a lo figural de esa literalidad, tiene que producirse un sentido más, en el inconsciente, algo que no incluye y entonces, podemos decir, hay en la ni lógica colectiva siempre una dificultad para ver, que a la falta de las identidades, a la falta de identidad, la teoría del psicoanálisis viene a descubrir que existen identíficaciones. Es decir, rasgos particulares, con los cuales alguien arregla esa falta. Es un detalle, porque en ese punto coincidimos en que el lenguaje provoca en el sujeto una falta de referencia. Una falta de nombre. Justamente Critchley decía, que el nombre propio es una referencia. Y que el síntoma es lo opuesto a eso, sería el fracaso de ese nombre propio y que intenta nominarse, porque, cuando se habla del síntoma en el psicoanálisis, hay un intento de nombrar algo.

Ernesto Laclau: Sí. Yo estoy enteramente de acuerdo con ese enfoque. Es destacable ver, que por ejemplo, la noción de identificación en Freud es el resultado de una serie de precedentes por designar ese momento, que al comienzo, él se planteaba como una especialidad, por ejemplo en Psicología de las Masas. Hay toda una escalada, yo veo ahí, por el cual, él, al principio llamaba sugestibilidad y llega, en un segundo momento esto se transforma en limitación, o sea, que empieza a tener una vinculación social, cada vez mayor y la sugestibilidad, era todavía, una especie momento casi patológico. Y personalmente con la categoría freudiana de identificación, eso pasa a ser constitutivo del lazo colectivo. La teoría lacaniana, yo la veo ahí, introduciendo, radicalizando, varios elementos de la teoría freudiana. En ese punto yo no creo tener ningún problema con el argumento. Puedo decir sí estoy de acuerdo con el argumento.

Y una última cosa, quizás una utilidad sobre los textos filosóficos, encontraría ciertos textos en los cuales, se encontraría ciertos conceptos en los cuales este momento de la estructura del deseo y demás, en la teoría lacaniana, tienen que ser introducidos subrepticiamente. Conceptos imitables, por ejemplo en Spinoza, es la noción del conatos y en Hobbes es la noción de endevour. Las tres tratan de introducir el momento, en el cual, lo que usted llama, el excedente, que no se puede explicar dentro de la lógica, el sistema tiene que intervenir para que el sistema mismo sea posible.

Germán Schwindt: Usted señalaba una cierta reformulación de las estructuras ontológicas, entendía que iban a modo de uso de una metonimia. ¿Se podría decir dentro del marco de las teorías científicas que uno podría encontrar que puede ir diferenciando posiciones, de este tipo, según a qué teoría del lenguaje apelan? Y en ese sentido, ¿cómo usted ve a la situación del psicoanálisis, como campo referencial, al momento actual, y más teniendo una orientación hacia modos de usos de la retórica? Si incluyéramos al psicoanálisis dentro de la hermenéutica. Eso por un lado, y por otro lado, usted hablaba que la particularidad, el conjunto no deja de ser particularidad, o sea, que habría una falta originaria ¿Cómo es que la entiende usted, cuando se trata de particularidad?

Ernesto Laclau: Estamos de alguna manera en el epicentro de un cambio de paradigma ontológico. Yo recuerdo que Althusser solía decir que cada cambio  filosófico ha sido precedido por un cambio científico que ha modificado el paradigma ontológico. Con paradigma ontológico quería decir el tipo de entidades que son y pensables en un cierto cambio. Él decía por ejemplo la filosofía platónica es impensable sin la matemática griega, el racionalismo moderno es impensable sin la física de Galileo. Bueno, yo creo, que hoy día estamos viviendo de, alguna manera, el siglo de Freud y el psicoanálisis ha supuesto el intento de pensar nuevas formas de pensar la relación entre objetos que tiene que dar lugar a toda una nueva ontología. Si pensamos el tipo de relaciones de objeto que supone categorías como introyección, proyección, etc. es que es la relación entre esas entidades es completamente distinta de los paradigmas de fiscalistas o biologistas que han tendido a predominar en las ciencias humanas. Las ciencias humanas no han adoptado, todavía, en toda su radicalidad aquello que el psicoanálisis está haciendo posible, como decíamos hace un momento, es falso decir que por un lado está el análisis de lo social y que el psicoanálisis es un análisis de lo individual. Ya Freud lo había refutado al comienzo de Psicología de masas este tipo de pensamiento ingenuo. El psicoanálisis a apuntado al estudio de la lógica del inconsciente en la sociedad y la lógica del inconsciente no es solamente algo que es de carácter individual. Pero en ese sentido, pienso que tres niveles, o tres tipos de análisis a partir de los cuales una nueva ontología resulta posible: uno es el psicoanálisis, el segundo es la retórica concebida en una forma nueva, porque la retórica, por ejemplo, yo recuerdo, Heidegger, decía que la ontología occidental, se construyó a partir de las categoría de un libro que era la Física de Aristóteles. No la Metafísica, porque la metafísica sigue la categoría de la física, es decir, la categoría de la física y en el sistema aristotélico como en todas las retóricas posteriores la retórica era simplemente un adorno del lenguaje, pero si nosotros pensamos que la retórica es un desplazamiento y son los desplazamientos i (instituidos por cierta falta constitutiva que opera a nivel de la representación, entonces, la retórica tiene una importancia ontológica que no había tenido anteriormente. El tercer momento que yo creo que es decisivo en esta transformación es la deconstrucción. La deconstrucción, yo creo que lo que aporta, es la lógica de la indecidiblidad de lo social, contrae lazos que aparecían como naturales son, en realidad, contingentes y hay una pluralidad de posibilidades internas, de cada objeto, muchas de estas posibilidades son incoadas otras desarrolladas, pero hay todo un terreno, a partir del cual, la riqueza de relaciones pasa a ser mucho mayor que en el pasado. Nosotros ponemos juntos estos tres niveles, psicoanálisis, deconstrucción, retórica, yo creo que tenemos un buen programa para los próximos tiempos. Lo que la deconstrucción no desarrolla, suficientemente y, que sin embargo, me parece que es lo que aporta la teoría lacaniana es ese pensamiento del sujeto de la falta. Porque como decíamos antes de la sesión, la deconstrucción trata de dejar de lado la categoría de sujeto y yo creo que no puede, es una categoría que no puede dejarse de lado. Pero obviamente no se trata ya de sujeto trascendental de la filosofía clásica, se trata del sujeto de la falta que supone otro tipo de lógica enteramente distinta. Ahora, el segundo punto que vos planteabas era que….

Germán Schwindt: Usted dice que siempre se mantiene cierta particularidad, y agrega que siempre se mantiene cierta falta originaria…

Ernesto Laclau: Bueno, yo he tratado de platearlo así, a ese punto, precisamente en el primer modelo que planteaba. Es por el hecho mismo, de que no hay significación sin sistemas y que, sin embargo, el sistema es imposible, allí hay algo que es una r falta que es constitutiva. En Hegemonía, las distintas formas de representación, tratan de cubrir o de llenar necesariamente una falla, en última instancia esto falla… puede haber una cierta variación disfónica. Es un poco lo que falla, el otro día lo recortaba, con el amor. En el amor, la persona que es amada, uno trata de llenar una falta que es constitutiva a esa pobre persona que está pidiendo algo que nunca va a poder dar. Incluso, en las más exitosas de las relaciones amorosas, finalmente, son la negociación de un fracaso último. No tiene por qué ser un fracaso efectivo, puede ser una relación sumamente exitosa, pero desde el punto de vista de lo que se trataba de llenar originariamente, nada puede llegar a proveer eso. Y en la política pasa exactamente lo mismo. Yo recuerdo haber visto, en el estado de Lisboa, en el momento de la caída del régimen Zalazarista esas manifestaciones en las cuales, salían a las calles los más diversos grupos con sus reivindicaciones, heterogéneas, las feministas hasta los pobladores de las villas miserias, porque un régimen opresivo había caído lo que estaba cayendo era la opresión en general, es decir, los límites ónticos de lo que había caído, se pasaban a transformar en la eliminación de hechos ontológicos de la opresión. Y naturalmente ningún régimen puede aportar eso. Ese momento de ilusión originaria, de todos modos es importante, porque a través de esa ilusión originaria se crea un impulso colectivo, que aunque no logra llegar a esa plenitud de lo social, a la que no se puede llegar nunca, de todos modos soluciona en o| camino una cantidad de problemas concretos, que sin ese impulso inicial no hubieran ido logrando. Lo grave es cuando la gente piensa que puede construir la utopía sobre la tierra y esa línea esencial de lo óntico a lo ontológico trata de fundirlo en un hecho único. Es lo que pasó en la Argentina entre el ’73 y ’75, es decir, de lo que era lograble, no fue percibido prácticamente por casi nadie. Yo recuerdo que Hegel decía que todo paso más allá de los límites no es una liberación, bueno en todo proceso de construcción hegemónica, esto es a la vez un desafío y la iniciación de un cierto peligro, porque si el proceso es demasiado limitado, en ese caso hay una pérdida de las expectativas en cuanto a los cambios posibles. Si el proceso va más allá de ciertos límites tiene como contragolpe un tipo de reacción que destruye todo lo que había logrado.

He planteado aquí el modelo, en términos del modelo de la emergencia de una falta, en términos de un análisis estructural. Pero podría presentarse en términos, completamente distintos, porque pienso que la historia intelectual del S. XX, en realidad empezó con tres ilusiones de acceso inmediato a la cosa, que fueron: el referente, el fenómeno y el signo. Y las tres dieron lugar a tres corriente, probablemente las tres más importantes del pensamiento contemporáneo, que fueron: la filosofía analítica, la fenomenología y el estructuralismo. Ahora, la historia de las tres, fue una historia paralela. En cierto momento la ilusión de inmediatez se disuelve, entonces las tres tendencias tienen que pasar a uno u otro tipo, o a introducir otro tipo de mediación discursiva. Pero aquí lo que ocurre con la filosofía analítica con el segundo Wittgeistein de las significaciones filosóficas, lo que ocurre en la fenomenología con la emergencia de la analítica existencia! de Heidegger y es lo que ocurre con la crítica posestructuralista del signo.

Lo que yo he planteado aquí en un lenguaje estructuralista, podría haberse planteado, también en un lenguaje fenomenología) o en un lenguaje analítico.

‘Conferencia dictada el día 25 de Abril de 2001 en la Asociación de Psicoanálisis de La Plata – Biblioteca Freudiana. Desgrabación – Elsa Módena. Versión no revisada por el autor.

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