“La flexión literal designa ese movimiento que une al sujeto con la cultura,
al cuerpo con el lenguaje”
Literal (1)
La edición de la revista Literal en su versión facsimilar pone en juego para la cultura argentina el tiempo del “futuro anterior”, del 2011 hacia el año 1973. Se valora lo escrito después de acumular torsiones, suspensos y desenlaces en la articulación entre cultura y política –subrayada por Germán García en la presentación que se hiciera en el Centro Descartes- y en detalle la conexión entre psicoanálisis y literatura en un país que, como nosotros, ya no es el mismo.
Flexión
Tal vez nuestro presente sea el tiempo de comprender una serie de operaciones del lenguaje que ocurrieron una vez como referencia inaugural de un estilo irrepetible. Pero en este recuento sabemos que es por el goce de hablar que los míticos comienzos no terminan de narrarse, según cuenta el último número de Literal 4/5 (noviembre de 1977) en “La Historia no es todo”. Ningún temor entonces a que Literal, como las vanguardias literarias, sea absorbida totalmente por los papers de la academia que la deletrean bajo la clave de la crítica del momento (2). Hay también “la universidad laica”, como sugiere María Moreno, una otra calle del lenguaje.
Si bien la revista duró solo cuatro años, en cinco números y tres volúmenes, “iba haciendo salto de rana una Argentina política, social y económica que hoy parece interminable. En este sentido y sólo en éste, se podría calcular que Literal fue más longeva que Sur” según sugiere Héctor Libertella (3).
En 1974, en una mesa redonda en el taller de los hermanos Cedrón, reproducida en Anamorfosis (4),se conjuga una suerte de hibridación de saberes -el marxismo era peronismo, el estructuralismo y existencialismo eran estilos de vida- cuando en el Río de La Plata se apostaba a la traducción del pensamiento europeo y al debate sobre su recepción. Era ocasión de presentar la revista Grupo Cero, “una revista de poesía hecha por psicoanalistas me parece una cosa impresionante, en el sentido de que soy impresionable” dice Oscar Masotta en el arranque, porque se trata de una relación lógicamente imposible que requiere que se puedan deslindar las operaciones del “desmontaje de la significación”. Poesía y psicoanálisis, aunque con métodos diferentes, van contra la significación.
En la mesa hablan: por un lado, Miguel Menassa, Jorge Nonini, Juan Carlos Indart, Oscar Steimberg; por otro costado, la banda de Literal: Germán García -su director y autor de la novela Nanina (1968)-, Luis Gusmán -que publicó en ese año El frasquito-, Osvaldo Lamborghini -con su inquietante relato El Fiord (1969)- y un invitado, el filósofo catalán Eugenio Trias, quienes a partir del facilitador común que era Oscar Masotta, terminan poniendo sobre la mesa la novedad de Literal (el primer número había aparecido en noviembre de 1973).
Ironía
Será esa una acción de apropiación de la palabra por aquellos que creen en ella al escribir su Manifiesto: “No matar la palabra, no dejarse matar por ella”, en el texto que abre el número uno de la revista. Después de años de mordaza cultural, la primavera camporista había llegado para quedarse con el peronismo en el poder desde mayo de 1973. El clima festivo de la revuelta sin embargo se acompañaba de cierto populismo que podía empujar al sacrificio en la militarización y la aporía de “La ascensión a los extremos, que conduce a la ruptura, no se deja introducir en el extremo de la ascensión que la restitución quisiese” (5).
No sería fácil explicar, sin atender a la enunciación de cada uno y al contexto, por qué Literal estaría contra el realismo y el populismo. Tal vez ese “no dejarse matar” es un hilo que va contra los imperativos existencialistas de usar la literatura como fusil, basada en el testimonio realista y el compromiso social, que desde la posguerra Sartre había elevado a la “función social de la literatura”. Algo que nos haría esquivar el existencialismo y entrar al estructuralismo, no cualquiera sino aquel que conviene a la tesis de Lacan sobre el lenguaje, según testimonia Jacques-Alain Miller cuando critica al Sartre de ¿Qué es la literatura?, diciendo que se trata de “qué puede la literatura sobre sí misma” más allá de su acción por el cambio, o la pasión por la verdad como revelada (6); o el mismo Masotta cuando dice “Hemos aprendido que nuestro estilo de parodia, el que nos acompañaba hasta 1974, no era sino en función de problemas verdaderos que habitan el psicoanálisis (…) el sendero de un experiencia que era nuestra y original”, aludiendo a la fundación de una Escuela.
Parodiar la tragedia, el buen uso de la ironía, incluso el cinismo de la minoría intelectual podía ser una política insubordinada de Literal para no tomar a la letra el sentido de la historia como destino trágico. Otro Lamborghini, Leónidas, desde el exilio, se refiere a los maestros gauchescos con un poema burlesco que prologa así: “ellos supieron cantar la desdicha desde la diversión (del lenguaje, del tono): Hidalgo, Ascasubi, Del Campo, Hernández (…) Cultores eximios del remedo, la mezcla y el disfraz en el marco de la barbarie civilizada fueron (son) paródicos por trágicos y trágicos por paródicos” (7).
Intriga
Se frecuenta el hecho de no firmar los textos, como el recurso a Scilicet por Lacan para firmar por su Escuela, no es anónimo sino signo de una común unidad de la revista, aunque “la koiné como enunciación colectiva termina siempre en un atentado contra el deseo de cada uno” (8).Este texto toma valor de Documento: “El matrimonio entre la utopía y el poder”. Ahí leemos: “Toda política de la felicidad instaura la alienación que intenta superar. Toda propuesta de un objeto para la carencia no hace más que subrayar lo inadecuado de la respuesta”. Sigue luego una argumentación entre el capital moral, como representación del lenguaje y las huellas de lo inconsciente que será usado por el poder para llevarlo a una utopía en nombre del bien común. Su medio será la información -periodística o no- que interpreta la realidad y la crea discursivamente según un orden de valores que aliena el poder de unos con la utopía de muchos, análisis del ocultamiento que anticipa el poder mediático actual, “donde lo ignorado es la condena”. Y concluye: “Un lenguaje, un reino. Un reino de los legítimos, un manto real para recubrir con su poco de realidad la utopía que se raja hacia el absurdo cada vez que se enuncia su deseo (un lenguaje en verdad, reinos antagónicos); la utopía que quiere que la suma de las contradicciones resulte cero para fundar imaginariamente la cadena.”
A partir de diagnosticar esa boda entre “los buenos” y “los malos” en el realismo mediático, la respuesta Literal será mantener a ultranza la literatura como juegos del lenguaje, plantear la intriga como suspenso de la significación, siempre a la espera de otra cosa, y finalmente, el goce entendido como placer de leer lo escrito. Escribir por escribir, y no para… “No arte por el arte (al fin y al cabo otro emblema idealizante más) sino arte por sí” (9).En ese punto se trata de una literatura cercana a la experiencia analítica si aceptamos que es un ejercicio del significante como sentido gozado más que un signo comunicado.
¿Por qué los escritores argentinos de los años sesenta habrían encontrado un modo de pensarse en el psicoanálisis?, se pregunta Noé Jitrik (10).Si el psicoanálisis permite leer en la literatura las marcas del deseo, ella enseña en el acto de escribir los juegos del sentido. Ambos proceden por la interpretación. Jitrik remite a las cartas de Juan Filloy a Freud, sus novelas surrealistas, a Roberto Arlt y su “actos inconscientes” a José Bianco con su “inconsciente a la letra”. Pero lo que aquí se elogia de este encuentro es la libre interpretación por el sentido –la asociación hermenéutica y no la rara atmósfera del suspenso-. Tal vez por ello Jitrik recurre a Emilio Rodrigué con su kleiniana novela Heroína, o al “teórico del yo” D. Maldawsky, versiones argentinas que recuerdan a la aplicación salvaje de la psicología que Marie Bonaparte ejerció sobre E.A. Poe y culminó en la psicobiografía criticada por Lacan en el escrito Juventud de Gide o la letra y el deseo.
Es este ejercicio imaginario uno de los factores por lo que los escritores argentinos dejan de lado al psicoanálisis como recurso de estilo y se sitúan ahora en un “enfrente”. La literatura no es un sueño, aunque se sueñe en la litera; no hay homologación entre una formación del inconsciente y lo que alguien escribe. Al respecto, el mismo Jitrik termina citando a Germán García: “Esta vinculación es cierta, pero no usamos el psicoanálisis como metalenguaje, como explicación de la literatura” (Literal 4/5).
Si en el número 2/3 la intriga es un manifiesto explícito: “intrigar, conspirar, no dar el golpe”, en el numero 4/5 leemos: “Hay un goce de lo real que se sustrae a la palabra, pero hay la realidad de un goce –la de la escritura- que constituye lo real por su articulación” (11).De ello se deduce la privación del goce de interpretar al infinito.
Y después…
Qui di uno dicit, de altero negat.
Literalserá una placa giratoria en la trama de revistas que, siguiendo a la mítica Martín Fierro más que a Sur, polemizan con las exportaciones europeas. Después de Contorno (que había frecuentado Masotta), Los Libros (en la que escribía Germán García), y Sitio (en la que sigue luego Gusmán), deja incidencias que toman la forma de un “cricción” que une la ficción literaria con la crítica como señala Juan Mendoza en la presentación de esta edición. La banda se armó de sus propios precursores, creando su propio árbol genealógico: Macedonio, Gombrowicz, Girondo, Arlt (12)y agreguemos luego Masotta y al final Lacan. Arman así su guía en el desorden del cielo cultural una cruz del sur neobarroca, pathos de otras nuevas generaciones (13).
Y después… importa el después cuando la intriga se vuelve límite. Adiós al alter ego, porque se sabía que la dictadura haría lo suyo. El último número mantiene de su consejo inicial la dirección de Germán García y junto a Luis Gusmán escriben: Oscar Masotta, Oscar Steimberg, Luis Thonis, José A. Palmeiro, Aníbal Goldchluck, Pablo Torre, Alberto Cardín, Jacques Lacan, Cristina Forero, Ricardo Ortola, Antonio Oviedo y otros…
Su epígrafe es en un latín que oculta y devela, como el arte de escribir en persecución. Se publica “Del Barroco” -esa bella clase de Lacan del seminario Aún por primera vez en Argentina (1977)-, que junto a un escrito de Masotta “Del lenguaje y el goce”, vienen a subrayar bien la operación final de inaugurar el campo Literal donde la retroactiva cae en la verdad: “goce insuficiente del discurso”. El después será el psicoanálisis porque el sentido y la satisfacción se unen en la letra, se flexionan en el significante hasta separarse por el hecho de que hay algo imposible de decir.
Enrique Acuña:Director de enseñanzas de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata. Miembro del Centro Descartes, Analista Practicante de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial del Psicoanálisis. Director del Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco e interlocutor de la Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta.
E-mail: enrac@fibertel.com.ar
(*) Este texto retoma la intervención de Enrique Acuña en la mesa redonda de Lecturas críticas, donde se presentó la Revista Literal–edición facsimilar-, con la participación de Ramón Tarruela (Editorial Mil Botellas) y Verónica Delgado (investigadora de la carrera de Letras de la UNLP), en la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, el día 15 de julio 2011.
Publicado en Revista Conceptual –Estudios de Psicoanálisis- Nro. 12, Octubre de 2011
Notas
(1)Literal 2/3: En Literal (1973-1977) Edición Facsimilar / García, Germán (et al.)-1ª ed. Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2011. Pág. 9.
(2) Gusmán, Luis: “Una manera de leer provocada por una manera de escribir” reportaje de Juan Mendoza en Dossier Literal. Web de la Biblioteca Nacional. http://www.bn.gov.ar/dossier-literal.
(3) Libertella, Héctor: “La propuesta y sus extremos”. Prólogo a Literal 1973-1977. Santiago Arcos editor, Bs. As, 2002.
(4) Oscar Masotta y otros: “Futuro anterior. 1974-1996” en revista Anamorfosis –perspectivas en psicoanálisis- Nº 4; Buenos Aires, 1996.
(5) Literal 1: Documento: “El matrimonio entre la utopía y el poder”. Op. cit., pág.38.
(6) Miller, J.-A.: “Los poderes de la literatura” (1966) en Un comienzo en la vida. De Sartre a Lacan. Síntesis, Madrid, 2003.
(7) Lamborghini, Leónidas: Tragedias y parodias I, Libros de tierra firme, Bs.As., 1994.
(8) García, Germán: Fuego amigo –cuando escribí sobre Osvaldo Lamborghini- documentos, Grama, Buenos Aires, 2003.
(9) Sosa Días, Alejandro: “Literal: las huellas del estilo” en revista Anamorfosis Nº1, Bs. As, 1993.
(10) Jitrik, Noe: “Las marcas del deseo y el modelo psicoanalítico” en Historia crítica de la literatura argentina. –la irrupción de la crítica-, Emecé, Bs. As. 1999.
(11) Literal 4/5: “Insistencias para leer aquí juego de exclusiones”, op.cit., pag.89.
(12) Quiroga, Jorge: “Literal, una irrupción en la literatura argentina”, Dossier Literal, Web B.N.
(13) Idez, A.: “La vanguardia intrigante”, texto en ETCETERA-El periódico Descartes-, mayo 2011.