Ese cuerpo que no obedece a nadie

La llamada última clínica de Lacan basada en los nudos de Borromeo, amplía el concepto de síntoma. Ya no se tratará de un síntoma susceptible de levantarse sino de los restos sintomáticos de los cuales Freud habla al final del análisis. La clínica del sínthoma lejos de pensarse como una terapéutica designa un elemento en tanto que no puede desaparecer. Como dice Enrique Acuña, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica presentan “la posibilidad de una clínica continuista, centrada en la pragmática de las estabilizaciones, y otra clínica discontinua, donde se observan los cortes de un caso, pero ambas no se oponen sino que se complementan. La continuista sería aquella que no hace tanto caso a la fijeza de la estructura, cual realismo de las estructuras, sino que se inclina a ubicar un detalle de arreglo o anudamiento en una suerte de nominalismo de lo particular”. 

En “Un caso no tan raro” Deffieux recurre a esta clínica para encontrar un lugar preciso para este sujeto no tan inclasificable, podríamos decir, ya que se trata de ese tipo de “sujetos que encontraron un modo de anudamiento sintomático que en general dura bastante, hasta toda una vida, y sin el sostén del Nombre del padre”.

El modo en que se establece el diagnostico resulta interesante; recordemos que se trata de un sujeto que viene con un diagnostico de neurosis histérica. Y que por lo que nos señala su autor podría calzar en diferentes tipos de diagnósticos de acuerdo en el discurso en que se inscriba. El pedido de análisis tiene que ver con una queja, carece de voluntad y la frase que se recorta es “no tengo energía”.

Se señalan dos cuestiones que hacen tambalear de entrada el diagnostico de neurosis. Por un lado, el analista reparará en la primer entrevista en algo del lazo social que establece este paciente que califica de muy educado y por otro lado de confianzudo, diríamos nosotros. Pero hay algo que llama la atención; sus relaciones son un tanto superficiales, no habla de sus afectos. Por otro lado, se trata de algo que el paciente no dice, sino que es el analista quien hará las preguntas acerca de su delgadez. Recibiendo como respuesta un “no sé” y agregando a lo dicho que había perdido 12 kilos repentinamente en pocas semanas: “A pesar de mi insistencia y de mis preguntas precisas, no puede dar ningún sentido a este brusco adelgazamiento…”.

Es ahí donde se produce el corte de sesión y Deffieux dice: “corto ahí la primera sesión muy intrigado por el funcionamiento de ese cuerpo que no obedece a nadie”.

En la segunda entrevista, el analista le señalará que los momentos mas sobresalientes de los últimos años se sitúan ambos en marzo (en marzo del 93 decide suspender sus actividades después de haber obtenido un articulo elogioso en una revista de decoración para estudiar ecología y en marzo del 94 es cuando tendrá un encuentro homosexual apasionado, después de haber tenido muchas aventuras con mujeres). Este recorte trae “un recuerdo en el que no piensa nunca. Se acordará de él, por primera vez, luego de romper su primera relación amorosa con un hombre: “Tenía 8 años estaba yendo a su clase de natación, cuando un hombre le propuso llevarlo en bicicleta y el aceptó. El hombre lo llevó al bosque, lo golpeó en todo el cuerpo con un palo; en un momento dado el hombre sacó un cuchillo y quiso cortarle el sexo entonces fue cuando consiguió escapar”.

Hay dos comentarios sobre esta escena: uno, es que esta escena no guarda algo traumático para este paciente que lleve a angustiarlo o que evoque algo de la amenaza de castración que sí podría encontrarse en un caso de neurosis; el otro comentario tiene que ver con algo que dice sobre la paliza que recibió, es de ningún modo se si sentí dolor”.El médico que lo asiste en el momento se espanta. Esta ausencia de afecto completamente discordante servirá para esclarecer este inexplicable adelgazamiento. Frente a este hecho, también tenemos la respuesta del padre del paciente quien no le cree, respuesta que Deffieux resumirá en dos palabras como la de “padre legislador”: sabe que es bueno para su hijo pero no responde a su llamado.

Estos dos momentos posteriores del 93 y el 94 cobrarán un nuevo sentido a partir de esta escena de los 8 años. En el 93 es cuando una revista de decoración creyó en él y deja todo para estudiar ecología: El analista rescatará este significante “bosque”, que en francés también significa palo, bois. La segunda escena es la que se da en el 94: tiene que ver con su primer encuentro homosexual. Se da cuando volviendo de la playa atraviesa en auto el bosque y levanta a un hombre haciendo dedo. Se trata de una relación sexual basada fundamentalmente en el exhibicionismo mezclado con juegos sádicos.

En un nuevo relato de la escena que surge por pedido del analista cuenta que cuando el hombre comenzó a golpearlo recuerda haber abandonado el cuerpo, haberse distanciado de él, haber desaparecido. “En ese momento vi un chico-era yo-entonces escapé. Esto evocará lo tomado por Lacan en seminario XXIII sobre el recuerdo de Joyce de la paliza que recibió por parte de sus compañeros. Ya no quedarán dudas de que estamos frente a una psicosis.

Por el lado de lo pulsional siguen apareciendo cuestiones en torno al cuerpo que se ponen de manifiesto en sus prácticas sexuales. Recordemos que esta descansa esencialmente en la exhibición de su cuerpo desnudo y el cuerpo del otro. Aparece una práctica en relación a la fotografía: el se saca fotos desnudo delante de un espejo, fotos que el mismo revela, práctica que culminará con la masturbación. La idea de sí mismo como cuerpo es lo que Lacan llama Ego. Ese ego que consideramos como narcisista es lo que sostiene el cuerpo como imagen. Esa imagen se escurre en la escena relatada, la relación imaginaria no tiene lugar. Deffieux señalará que esta práctica fotográfica le sirve para unir el ego y el cuerpo y estará como casi todo en su vida relacionado con esta escena de los 8 años.

Hacia el final del relato también se situaran dos anudamientos nuevos: uno referido a una metáfora delirante y el otro a un fenómeno psicosomático en el cuerpo (una soriasis). Sabemos que las  pulsiones dependen de la relación que se tenga con el cuerpo y la relación con el cuerpo no es una relación simple a ningún hombre. Se trata, dice Lacan en El sinthome de “una relación tan imperfecta como la de todos los seres humanos…pero hay algo de la forma de este dejar caer la relación con el propio cuerpo que resultará sospechosa para un analista”.

Deffieux retomará esta escena de los 8 años: “empieza a ser golpeado, en ese momento desaparece, se aleja del cuerpo; luego escucha una vocecita que le dice “Mirá” entonces en ese momento ve a un niño. Tiempo siguiente ese niño es él. En ese momento se escapa desnudo corriendo”. Esto es algo que orientará el resto de sus días. La vocecita estará encarnada, no se trata de una alucinación sino que es una vocecita familiar que lo acompaña hasta el punto que el le hará un lugar luego en su cama. “El construye un doble real que lo va a acompañar, lo cual permite entender la escena de exhibicionismo en el espejo y cierta cantidad de otras escenas. Hay en él la construcción innegable de un Otro real”.

En relación a esto hay un par de puntuaciones que me resultaron interesantes. Una de ellas es que este sujeto se ve en esta escena, se ve un niño golpeado que escapa. En general cuando pensamos en términos pulsionales uno no se ve, se “hace ver”. Cuando alguien se ve sin hacerse ver es señal que no estamos frente a una neurosis. Porque sería pensar la pulsión sin el Otro, se trataría de un verse sin el Otro.

Cuando Lacan habla de la pulsión en el Seminario XI la novedad que introduce es precisamente que en el movimiento circular de la pulsión, el sujeto llega a alcanzar la dimensión del Otro. “La pulsión considerada de este modo es, hablando con propiedad un llamado a algo que está en el Otro”. Me pareció interesante, y creo que es un tema a investigar, qué pasa en esta dimensión en este tipo de presentaciones.

La otra cuestión que se liga a esta escena, que como señalaba al principio no se trata de una escena traumática ya que no hay nada en ella que evoque la angustia de castración, que nos indicaría que estamos frente a una neurosis. Esta escena determinará toda una orientación en la vida de este sujeto y hay algo que se repite siempre en el mismo lugar, estas escenas no hablan de una repetición significante sino de una repetición en lo real.

Bibliografía:

-Enrique V Acuña Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp La Plata 2009.

– Jacques-Alain Miller y otros Los inclasificables de la clínica psicoanalítica Paidós, Bs. As. 1999.

– Jacques Lacan El Seminario Libro XILos cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós Bs. As 1987.

– Jacques Lacan El Seminario Libro XXIII. El sinthome. Paidós Bs. As. 2006

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