Síntoma – Carácter – Sublimación (*)                                                                           

El primer abordaje de estos tres puntos es la articulación en la experiencia analítica. No se trata de conceptos fundamentales del psicoanálisis, sino de términos operativos. Tres modos de abordar la clínica analítica para acceder a lo que hay en ella de transformaciones reales.

Las vías de acceso a lo real son, su vía regia, el síntoma, también otras formaciones del inconsciente. Pero el analista debería diferenciar momentos donde predomina el síntoma como pregunta que insiste y dura en el tiempo, del carácter como modo de ser en el mundo. O bien puede encontrarse con la sublimación como el arte que se anticipa y gana de mano al  inconsciente.

La brújula que dura: el síntoma

Desde sus Conferencias de introducción al psicoanálisis ya Freud insistía con la solidaridad entre el síntoma y lo inconsciente. El conflicto y el carácter de problema que lleva en si su solución, el relato necesario para articular una pregunta por el ser y su existencia. Esta pregunta introduce la dimensión de lo simbólico. Por otro lado lo inconsciente es una hipótesis necesaria y legítima que permite poner en juego un lugar doble: 1-la causa –etiología sexual traumática– como antecedente lógico del conflicto, y 2- un traspaso temporal de lo actual con el pasado en dos tiempos que se escenifican en  ocasión del estallido de la neurosis. El inconsciente existe  por sus efectos bajo las condiciones del dispositivo que activa un tiempo de transferencia y un espacio topológico de recurso al sentido reprimido. Plantea, entonces, una solidaridad de la técnica de desciframiento del síntoma con el inconsciente como cifra del sentido.

La intención de suponer una cifra en el síntoma –eso quiere decir algo- permite transformar al inconsciente en una máquina de sentido. Pero la fuerza surge de su raíz pulsional, de factor cuantitativo y a-semántico, donde no hay relato sino silencio. El inconsciente parlanchín se agota en un límite de lo que se puede decir, imposible, que Lacan ubica como lo no-representado, lo que queda fuera de lo simbólico. Es un real que excluye el sentido.

El motor real del síntoma es ese elemento pulsional que habita el centro de lo que se intenta decir. Es central porque ese elemento de sin-sentido funciona como “el referente aún latente” que hace al objeto a.

Entonces, el inconsciente, vía el sujeto supuesto saber permite acceder a lo real. En lo real del inconsciente se opera con la transformación pulsional a partir del sentido hasta caer fuera de el.

Freud opera con algo mínimo en la traducción forzada desde un acto sintomático a un síntoma relatado. A propósito de los mecanismos de formación de síntoma, comenta el caso de una mujer, cuyo acto compulsivo introduce la dimensión del síntoma, hecho construido en dos tiempos. El punto común de este sujeto, cuyo acto compulsivo es ir a ver una mancha en un mantel  y buscar la mirada de su mucama, implica para Freud la sustitución en el acto, de una anterioridad lógica y de un elemento sexual. La mujer recuerda que hubo una luna de miel con su marido impotente y este había pasado la noche yendo de la alcoba al living, manchando luego con tinta roja la sábana, para mantener su semblante de virilidad.

Freud introduce una interpretación del acto, que hasta ahí era silencioso, diciendo que la mancha del mantel sustituye a la mancha de la sabana de la cama. El síntoma construido en dos tiempos, entonces, implica retroacción del sentido, que es en Freud sexual. Y la satisfacción paradójica de que ese placer inicial se trastoca en sufrimiento. Es la paradoja del goce.

Subrayemos que el síntoma es una doble sustitución sentido-satisfacción, es decir implica desplazamiento de lo pulsional sobre la representación a partir de un desciframiento que se vuelve limitado. En este punto es donde Freud introduce el problema de la incurabilidad y el carácter negativo del síntoma como reacción terapéutica negativa que mantiene en el tiempo como duración y persistencia, que hace del ser sufriente un satisfecho, paradójicamente.

De ahí que, segundo punto, tengamos que introducir el tema del carácter diferente a lo incurable que se aísla en el fin del análisis, “la roca viva de la castración”.-

Carácter: derecho a gozar del “yo soy”

 Freud planteó en un artículo que se llama Algunos tipos de carácter descubiertos en la labor analítica de 1916, tres tipos de carácter, es decir, fragmentos de esta tipología, en el estilo de vida de un modo de ser. Plantea el valor de una existencia en el mundo sin síntoma, cuestión cara a nuestra época, con la máxima del rendimiento y el funcionar.

Vamos a ver que esto tiene que ver con la sublimación, porque en la sublimación también hay una idealización del valor social de “lo sublimado”. En la sublimación también se requiere del valor social del producto de la sublimación, por ejemplo el producto del arte en el mercado.

Freud distingue tres modos de carácter: Los de excepción, los que fracasan al triunfar y los que delinquen por sentimiento de culpa.

1-Los de excepción, da tres ejemplos: Uno que es un muchacho que nace con una enfermedad congénita, va a verlo a Freud pero él cree que no hay nada que tratar, porque su  enfermedad congénita, su organismo, obtura cualquier posibilidad de pregunta por su existencia. No hay creencia en otra causa que no sea esa “desgracia». Él tiene entonces, por haber sufrido ya bastante, el derecho  a gozar de la vida. Se siente de excepción porque por un lado es como un privilegiado. Es el ejemplo del indemnizado, él es inocente de las causas de su vida, él recibió por su destino esa causa externa.

Otro ejemplo es el contagiado por otro. Un sujeto que contrae una enfermedad de niño, contagiado por una nodriza, una enfermedad, en esa época seguramente una gonorrea, una enfermedad sexual, es perjudicado. ¿Por qué no es analizable? Porque él, víctima de este contagio sexual, él mismo no puede tener una sexualidad propia, él fue podríamos decir, quien recibió la causa culpable de otro.

También ubica como ejemplo al personaje de Ricardo III de Shakespeare, quien justifica a partir de su deformidad física, el odio a cualquiera que se presente como rey. La revancha de odio sobre el  reino hace que el crimen esté justificado desde una venganza justiciera, puesta ya de antes que naciera. Su deformación justifica su odio.

Y cuarto, las mujeres que siendo privadas de pene creen que es un perjuicio hecho por su madre, de no nacer hombres; es un reproche, dice Freud, que tiene que ver con la reivindicación fálica. Pero lo interesante acá es que Freud empieza a pensar al superyó femenino en relación a cómo la madre siempre tiene este poder de decidir el ser y el tener.

2-Los que fracasan al triunfar. Estos no tienen derecho a goce. Son los que  han llegado al ideal y han ido más allá del ideal y por eso mismo reciben el castigo. Se sumergen en un fracaso por no poder soportar el goce y de este modo mantienen al ideal. Porque es como decir: no puedo ir más allá de mi padre, como decía Freud en  Trastorno de la memoria de la acrópolis: fui más allá de mi padre entonces, surge el trastorno de increencia. Son los Maradona, puesto número diez que no soportan estar ahí. Para Freud,  son ejemplos de Shakespeare, Macbeth y Rebecadel libro Rosmersholm de Ibsen.

3-Los que delinquen por sentimiento de culpa, que son seres que la culpa los sitúa en posición de castigo. Buscan una sanción externa como ley que los redima de la culpa, no saben sobre su culpa sino que la actúan por ejemplo en el crimen.

En  todos los casos lo esencial del carácter es que hacen un vínculo con lo social, por la negativa o por la positiva pero el valor social no está negado.

En el año 1931, Freud escribe un artículo que se llama Los tipos libidinales. Se trata de casos que requieren condiciones libidinales fijas: el erótico, el obsesivo y el narcisista. El erótico está concentrado en la vida amorosa, es el que quiere ser amado, responde a las leyes del Ello dice Freud, y si se enferma es histérico. Si enferma, hasta ahí no está enfermo, es un tipo libidinal erótico; el obsesivo, a diferencia del otro está en una autonomía yoica pero es moralista y responde al superyó; y por último el narcisista que es independiente, ama sin ser amado, sin demanda de amor ni moralidad y son los artistas. Si enferman tienden a la psicosis. Freud está ahí planteando  toda una cuestión, que en otro artículo que se llama El carácter y el erotismo anal, un artículo clave para entender una serie de cosas, sobre todo cómo el posfreudismo se montó en la idea de un sujeto evolutivo. Para Glover, Jones, Reich, el carácter se montaba sobre una explicación de fijación a un estadio evolutivo, una zona erógena predominante para la pulsión y la regresión como mecanismo.

¿De qué manera el síntoma se implica o tiene una relación con lo que llamamos el carácter? J.-A. Miller en La experiencia de lo real en la cura analítica en un capítulo que se llama «La patología de la conducta» y en el capítulo anterior «Síntoma y carácter», hace un esquema básico diferenciando síntoma de carácter.

1-Del lado del  síntoma escribe lo simbólico y del lado del carácter escribe lo real. Del lado del síntoma hay una pregunta que por este mecanismo de retroacción en dos tiempos introduce la dimensión de lo simbólico, que nada quiere decir en sí mismo algo si no es en relación a otra cosa.

Del lado del carácter  ubica un real mudo que es la no pregunta del sujeto, sino el modo de ser. El modo de ser es real en la medida que no introduce la pregunta por la posición del sujeto.

2-El síntoma opera por represión y evidencia el retorno de lo reprimido. La represión en tanto hace a la sustitución. Mientras que en el carácter, lo que está operando es la defensa y la resistencia.

3-Del lado del síntoma lo que se pone en juego por la represión es un deseo inconsciente, mientras que en el carácter hay un goce soportable. Este goce soportable por el sujeto se vislumbra en una conducta que Lacan va a llamar: pantomima. Es decir, una serie de manifestaciones donde el sujeto actúa y no sabe lo que hace.

4-Del lado del síntoma hay un inconsciente que es semántico, es decir, que implica una intensión de significación y del lado del carácter hay más bien una pulsión que está actuando y un mecanismo que Freud llamó fijación.

5-De aquí entonces que la interpretación del síntoma actúa por desciframiento y lo que Freud va a decir que puede funcionar en el carácter, -en tanto el carácter es egosintónico, es decir, implica la sintonía del yo con respecto al mundo- es que este modo de ser en el mundo se puede perturbar, por la vía de la interpretación.

SINTOMA                                                                CARÁCTER

(S) S1 – S2                                                            (R) mudo
– Retorno de lo reprimido                                       -Defensa y resistencia
– Deseo                                                        -Goce-conducta-pantomima
– Inc.  sintomático                                                   – Pulsión – fijación
– Desciframiento                                                     – Perturbación de la defensa

 

El carácter entonces no es un síntoma, sino que implica el modelado del yo en un estilo de vida. Esto es, la asimilación del yo a un medio donde se encuentra un equilibrio o puede ser un estatuto imaginario del síntoma. Alexander, por ejemplo, que era un gran teórico del carácter, lo definía como: “lo que inscribe la neurosis en el tejido de una vida”. O sea, la asimilación del conflicto neurótico en una adaptación a la vida. Y decía Alexander que ésto implica un equilibrio.

La sublimación cuestionada por el resto

En el texto Las pulsiones y su destino, Freud dice que la sublimación es un destino de la pulsión, pero no lo desarrolla. Hay varias definiciones, una de 1932, en Las nuevas conferencias introductorias al psicoanálisis donde Freud dice: “Llamamos sublimación a cierto  tipo de modificación del fin sexual y de cambio del objeto pulsional al desviarse hacia fines elevados por la valoración social». 

Se modifica el fin, cambia el objeto y se produce la sobrevaloración. La sobrevaloración está en términos de lo social, a diferencia del fetichista que sobrevalora eso que está determinado en su fantasía.

Pero lo interesante es que Freud prefiere hablar y diferencia la Sulbimierung que es un verbo, es decir, conjuga una dinámica, un movimiento; de lo sublime –Hoheit– que es el objeto sublimado, el producto final de ese movimiento. Por otro lado hay una diferencia en Kant, quien separa lo bello –valorado por su estética-  de lo sublime –lo grandioso y épico.

La neurosis reprime y la sublimación no requiere la represión. Pero el que sublima ya no tiene que saber que es la sublimación, porque el objeto creado ya ha logrado la satisfacción de la que el neurótico prescinde.

Entonces el término que viene de la filosofía kantiana se ocupa más del producto que del proceso y a Freud lo que le interesa es el proceso, el Mierung, o sea, el devenir con respecto a que es lo que se va a satisfacer, cuál es el objeto, cuál es el fin. Como esto es imposible para el neurótico,  siempre que hable de la sublimación hay una tendencia al Ideal.

El sentido común dice que la sublimación sería una buena cosa. Vamos a ver que para el neurótico no es una buena cosa, porque más bien introduce la impotencia del Ideal.  Introduce la paradoja de la virtud, del bien y del mal, o la desexualización.

La sublimación es un ascenso, dice Freud como en física es el pasaje de lo sólido a lo gaseoso, pero donde si acentuamos el mierung se señala el movimiento y el cambio del fin que se ha querido desde un principio. Es más bien entonces un destino de la pulsión, pero una forma de satisfacción que se desarrolla en su devenir. Lo podemos comparar con la pulsión, la pulsión se satisface en su recorrido más que en el encuentro con el objeto, no hay objeto de la pulsión pero no por eso dejamos de buscar su encuentro. Es la satisfacción en la búsqueda misma, o en la reflexión del fracaso de que no encontramos el objeto. La repetición implica este encuentro siempre fracasado con el objeto.

El fin sexual es aplazado, postergado y se logra un fin no sexual, social o cultural. La  pulsión, teniendo en cuenta que es parcial  supone la falta de lo totalizado, entonces la sublimación es un modo de pensar la creación del objeto, pero cuando hablo de sublimación estoy hablando del deseo de creación del objeto, que no es lo mismo que decir lo sublime. Lo sublime ya es el objeto creado que yo puedo admirar que hizo otro, un artista.

Entonces, la neurosis es una sublimación inacabada. La neurosis misma se puede vivir como una sublimación. Es decir, la distancia que tiene alguien entre su ideal y su goce.

Michel Silvestre dice que en la cura un sujeto pasa de una satisfacción brutal, a una inhibición. Freud mismo aplazaba la decisión, decía “no decida aún, espere”. Entonces paso de la satisfacción a la inhibición y de la inhibición recién paso al síntoma y del síntoma paso finalmente al objeto.

Satisfacción  –>   Inhibición –>  Síntoma –>    Objeto

Es un recorrido posible correlativo a una disminución del nivel de lo  imaginario al nivel de lo simbólico, y al final la creación de un objeto real. Sería como determinar lo real del inconsciente, determinación quiere decir, medir con saber. Freud lo dice como una transformación de la pulsión sexual a la pulsión de saber.

La neurosis misma va a obtener un resto que es incurable que tiene que ver con el carácter y otro  elemento positivizado que es este objeto que surge acá, o sea, que uno del síntoma puede pescar qué resto o elemento es incurable y qué elemento es  transformable. Entonces uno puede decir del síntoma que hay un camino al carácter –o hacia lo incurable-  y otro a la sublimación o la creación con ese resto.

François Regnault en El arte según Lacan plantea la diferencia entre arte, religión y ciencia como procedimientos de hacer con el vacío. El arte crea en torno a un vacío y se corresponde a la histeria y a la represión, dice él; la religión evita el vacío y se corresponde a la neurosis obsesiva y la ciencia no cree en el vacío y se corresponde a la paranoia.

Bien, entonces, hay una parte en el texto de Germán García La sublimación en Freud que recorre los textos de Freud de manera creativa. Si se homologa a lo pulsional o no, y a la transformación de la pulsión por el recorrido. El valor de la dignidad de la cosa, el das ding, mediante la elaboración de los elementos del fantasma. Dice: «La sublimación está en el movimiento del deseo puesto que hace de la transformación un goce y otorga al valor la dignidad de la cosa, das ding mediante la elaboración de los elementos del fantasma».

Esta también es la posición de Lacan en la cual síntoma más fantasma dan un resultado. Luego de la dirección de la cura, al final de un análisis, la travesía del síntoma y el atravesamiento del fantasma hace que se obtenga un bordeamiento del vacío en el arte, aquí es la positivización de eso que aparecía como una nada. ¿Porqué el fin de análisis con su resto de real cuestiona la idea que se trate de una sublimación?

¿Qué tipo de extracción supone,  la extracción positiva del objeto a como sublimación? El resto incurable al final de un análisis podría tener dos vías: una, quedar del lado del carácter, modo de ser en el mundo; otra, positivización del resto incurable como creación, menos que una invención idealizante.

Este objeto del cual como vacío elevaron a la dignidad de la cosa es otra cuestión diferente a un planteo estético -sobre la belleza- donde el valor en lo bello deja de lado cualquier búsqueda de lo bello.

No busco, encuentro” -dice Lacan parodiando a Picasso-  por eso la sublimación tiene más que ver con la conjugación del verbo, y no con  el objeto sublime.

Este pasaje del síntoma al final implica una nueva elección: saber crear con el resto otra cosa que no sea carácter, ni sublimación.-

Desgrabación a cargo de Elsa Módena

Texto corregido  por Enrique Acuña

(*) Jornada de Apertura de la APLP Creaciones del objeto, Fobia, fetichismo, feminidad.  3 de Abril de 2004

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