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Perversión: ¿Múltiples vías de sexuación?

«Parece haber llegado el momento -un poco tarde a decir verdad- de constatar en el campo freudiano cierto fracaso con respecto al sexo, del cual provinieron cierto número de errores.» Así comienza el texto de Jean Allouch Para introducir el sexo del amo. El autor plantea, entonces, que si bien el psicoanálisis abrió una brecha esencial en la erótica, al poner de relieve que el sexo en el humano no es un dato natural, sino un hecho de lenguaje – el declararse sexuado de tal o cual manera-; no dejó de contribuir al discurso de la bio-norma, con los complejos de Edipo y castración o incluso el planteo lacaniano con la metáfora paterna que genera la significación del falo. Con estos conceptos el psicoanálisis, según este autor, construyó una «cortina de humo que esconde otro paisaje». Dicho de otro modo, el psicoanálisis desatendió y ocultó parte de la historia de la sexualidad.

Este otro paisaje al que hace referencia, es la vida sexual en Grecia antigua, pero en la actualidad, es el de los estudios de género que ubica principalmente en EEUU, campo que considera ocupa el lugar que en otro momento habitó el psicoanálisis – en términos de «bocanada de aire fresco respecto de la homofobia»-. Por lo tanto, plantea la necesidad de una revisión teórica, doctrinaria del psicoanálisis.

Para ello retomará la historia sobre la vida sexual en Grecia sosteniendo que la oposición allí no era en términos de hombre/mujer, fálico/castrado, en tanto que el horror por excelencia no era la castración femenina, sino el hecho de ser sodomizado. El autor intenta sostener, vía la historia, la no centralidad del complejo de castración y edípico en la vida sexual, colocando en su lugar el par amo/esclavo, del que desprende tanto el sadomasoquismo como la homosexualidad. Tomando el texto Tres ensayos para una teoría sexual señala que allí Freud toma a la homosexualidad, y a la perversión en general, como resultantes de un Edipo «torcido», en tanto depende de una «detención del desarrollo, de una suerte de inacabamiento sexual»; para luego preguntarse: «¿Pero estamos en verdad seguros de que la máquina edípica ordena la cuestión?, ¿De que la homosexualidad es una de sus realizaciones?, ¿De que la homosexualidad no depende de otro esquema de sexuación?» (…) «¿Por qué suponer, entonces, que existe uno y sólo un esquema capaz de dar cuenta de las variaciones de la sexuación?» (Y contesta irónicamente «por la elegancia de su simplicidad»)

A lo largo del artículo, siempre tomando referencias históricas y filosóficas – M. Foucault-, intentará demostrar y concluir que las vías de la sexuación son múltiples y que no hay ninguna razón seria para suponer a priori que una vale más o es más avanzada o preferible que otra. Propondrá que pensarlo a partir del esquema de múltiples vías, permite estudiarlas sin admitir a priori si son normales o perversas.

En principio esta homogeneización de la sexualidad, lo que hace es ligar «las múltiples vías de la sexuación» a las fases del desarrollo libidinal freudiano, – fase oral, anal, fálica y genital; cada fase con su objeto- pero sin referencia al Edipo y a la castración. Por lo tanto, esta igualación se presenta como un planteo de democratización la sexualidad: somos todos iguales en la diferencia, todos igualmente perversos, neuróticos y psicóticos.

Eric Laurent, en un artículo «La elección homosexual» dirá que el psicoanálisis contribuyó al desplazamiento del discurso social sobre la homosexualidad: » Hizo del perverso el prójimo del normal, y recordó al normal que es un perverso honorario». Además señala la aceptación de la homosexual en el ámbito de la cultura luego de la 2º Guerra Mundial -con autores como Gide, Genet, Proust-, y señala que desde ahí el combate por el reconocimiento se desplazó al terreno político. «La prioridad acordada al reconocimiento llevará a cuestionar en la homosexualidad, todo funcionamiento particular del fantasma» y cita a M. Foucault: «Se soporta que dos homosexuales abandonen una velada juntos, pero si a la mañana siguiente están contentos y se besan, no se los perdona. No es la partida hacia el placer lo intolerable, sino el despertar felices. No hay angustia, no hay fantasma detrás de la felicidad, en consecuencia ya no se lo tolera.»

Se observa la reivindicación de la homosexualidad simplemente como un estilo de vida. Laurent dice que este período ya está superado. Creo que Allouch continua con esa defensa, ningún funcionamiento particular del fantasma.

Si bien este planteo puede ser amistosamente recibido en el campo de los estudios de género, lo que me interesa tomar y discutir es el borramiento de las estructuras que ello implica.

En otros textos de Allouch – sugeridos por E. Acuña, El sexo del amo y Perturbaciones del pernepsi, el autor desestima la importancia o la utilidad clínica de la diferencia entre estructuras, al sostener que en un análisis siempre nos encontramos (si es un análisis) frente a un síntoma neurótico, dicho en términos freudianos con una neurosis de transferencia, en donde opera el matema de la transferencia y se produce una suposición de saber. Si esto no ocurre, no hay análisis. Esto lo conduce a hablar de síntoma neurótico en la neurosis, en la perversión y en la psicosis. Si bien en este texto que tomo hoy, no presenta el concepto de «pernepsi», si plantea el borramiento de la estructura perversa, en tanto la entiende como una categoría de valoración moral y no como el resultado, el efecto de la castración. Dicho de otro modo, si quitamos del planteo a la castración y sus efectos lo que queda es simplemente una diferenciación terminológica sin fundamentos y con connotaciones peyorativas. Por lo tanto intentaré mostrar qué implica el concepto de castración en el psicoanálisis y por qué no puede ser suprimido siguiendo referencias históricas.

Retomando, en el texto freudiano al que Allouch hace referencia Tres ensayos, encontramos términos como «fin normal de la pulsión» u «objeto sexual normal», donde lo normal es el coito heterosexual. Podemos criticar a Freud la valoración de lo hetero, pero también hallamos el interés por encontrar los mecanismos de formación que permiten explicar las variaciones dentro de la sexualidad y es allí donde Freud concluye sobre lo contingente que es el objeto para la pulsión, dirá «no hay, como podría creerse, una íntima conexión entre la pulsión y su objeto».

Así mismo, en otro texto freudiano que Allouch no toma, Fetichismo (1927) Freud busca y así lo plantea, el «sentido y el propósito del fetiche» y señala que en todos los casos es el mismo: el fetiche es un sustituto del falo, pero no de cualquiera sino del falo que falta y que en su infancia el niño atribuyó a su madre. Freud allí diferencia un mecanismo de repudio, que deniega la representación de la castración materna, de tal modo que el objeto fetiche señala la castración y la sustituye. Propone una operación diferente a la represión frente a la castración: que llama denegación y que es evidente en el objeto fetiche. Es decir, Freud postula otro mecanismo.

Además, nos aclara que la existencia del objeto fetiche ayuda al sujeto en la elección del objeto sexual (es decir el objeto sexual está determinado por el fetiche), y que genera ventajas en la satisfacción erótica. Por lo tanto no motiva la consulta al analista, ni quejas, porque no tiene un carácter sintomático.

Entonces, en este texto así como cuando aborda la problemática de la homosexualidad, Freud sostendrá en el centro de la escena al complejo de castración y al Edipo; al igual que Lacan en su Seminario 4 sobre La relación de objeto. Allí Lacan retoma lo planteado por Freud en Tres ensayos. El objeto para el hombre lejos de ser armonioso y satisfactorio, es un objeto recobrado, es decir que se trata de un objeto perdido, lo que implica que en el centro de esa dialéctica- entre el sujeto y el objeto- haya una profunda tensión, «ya que lo que se busca, no se busca al mismo título que lo que se encontrará» Dicho de otro modo hay una profunda distancia entre la satisfacción pasada y la encontrada.

Lacan, en este seminario, vinculará la falta de objeto con la noción freudiana de castración, subrayando que la castración en Freud está ligada a un objeto que no existe, que es el falo materno.

Por lo tanto y para concluir, tanto en Freud como en Lacan encontramos los complejos de Edipo y castración en el centro de sus teorizaciones, pero a diferencia de cómo lo entiende Allouch, estos no son considerados como elementos normatizadores de la sexualidad, sino en todo caso como problemas de la misma, en tanto la norma es la falta de objeto, leída como castración. Entonces, con lo que nos vemos son con las creaciones del objeto.

Retomando la afirmación que interrogaba en el título: ¿múltiples vías de sexuación? Diría múltiples respuestas frente a la falta de objeto, multiplicidad que no es infinita.

Bibliografía:

– S. Freud, «Tres ensayos para una teoría sexual»(1905), Obras Completas.
– S. Freud, «Fetichismo» (1927), Obras Completas.
– J. Lacan, Seminario 4, La relación de objeto. Ed Paidós
– J. Allouch, «Para introducir el sexo del amo», Litoral Nº 27 (abril de 1999)
– J. Allouch, «Acoger los gay and lesbian studies», Litoral Nº 27 (abril de 1999)
– E. Laurent, «La elección homosexual»
– M. Foucault, «Elección sexual, acto sexual»

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