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Psicoanálisis aplicado y hospital público

Psicoanálisis aplicado es un término que junto al de psicoanálisis puro se encuentra en el Acta de fundación de la Escuela Freudiana de París. Ambos nombraban dos de las tres secciones que la constituían y organizaban la formación de los analistas.
En dicho texto, se define el psicoanálisis puro como “la praxis y doctrina del psicoanálisis en su dimensión propia”, y aplicado “el que implica la terapéutica y la clínica médica”, definiciones que condujeron a algunos a interpretaciones valorativas acerca de uno en relación al otro.
Otro modo de definirlos es, en tanto uno conduce al pase (el puro), el otro “se aplica al síntoma”, lo que permite pensar la conjunción entre ambos. El síntoma, en tanto condensa y fija goce, es algo que satisface al sujeto y que por eso se presenta como un mensaje que se sustrae a la comunicación, al intercambio con el otro –a diferencia del sueño que siempre llamó a la interpretación como indicaba Freud -. O sea que para que el síntoma conduzca a un análisis, es necesario que este se transforme y se manifieste como queja o sufrimiento. Esto no implica una división del sujeto –como se evidencia con Dora a quién Freud debe interrogar sobre su participación en el asunto del que se queja-. Entonces, decimos que es necesaria una nueva transformación del síntoma –ahora bajo transferencia-. Pero hay que aclarar que dicha transformación no promete, ni conduce a su estado anterior de homeostasis. Por lo tanto, en un análisis se trata de encontrar eso que dificultó la estrategia para obturar la división del sujeto, eso que desgarró al yo (en términos freudianos) y que no puede ser resuelto sin dejar marca- la castración-. Un fin de análisis con el pase, implica justamente la transmisión de ese saber sobre ese real en juego que dura a la largo del recorrido analítico.


No se puede saber, en un comienzo, qué análisis conducirá al pase, es decir que la designación de psicoanálisis puro es a posteriori de la experiencia, mientras tanto estamos en el ámbito del psicoanálisis aplicado. Dicho de otro modo, el psicoanálisis puro se engendra a partir del aplicado.
J.-A.Miller, toma el tema en un artículo que titula “Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia” donde ya desde el título propone una división y diferenciación de dos campos –con algunos elementos en común- : entre psicoanálisis y psicoterapia. Tomar estas diferencias, es un modo de situar qué decimos cuando hablamos de psicoanálisis aplicado. Ambas prácticas proceden por la palabra y sostienen una causa no biológica –la realidad psíquica-. Pero el uso que se hace de la palabra difiere: mientras la psicoterapia se centra en la incidencia de la palabra del otro, que dice al sujeto lo que este debe hacer, el psicoanálisis no. Se trata de una relación de dominio que se ejerce desde la imagen del otro sobre el yo del sujeto, aunque esté enmarcada en una relación simbólica.

Si bien el uso de la palabra establece relaciones de identificación, para la operación analítica es necesario que el analista rechace utilizar ese poder de la identificación, rechace “hacerse el amo del otro”, no comprender implica no saber qué necesita ese sujeto, no se sabe qué le convienen, por eso es necesario que el sujeto hable. Es por esto por lo que E. Laurent sostiene que el analista siempre cuestiona necesariamente el orden social y sus valores.
Otra diferencia entre psicoanálisis y psicoterapia se marca en relación al sentido: la psicoterapia especula con el sentido, el psicoanálisis no. El inconsciente está estructurado como un lenguaje, con significantes que están separados del sentido –para Lacan- y que lo determinan. Es decir el sentido es efecto del significante.

Lacan, sobre esto, propone en Televisión (1973) que en un análisis se trata “de aislar los significantes atrapados, sin ningún sentido, en el síntoma”. Por lo tanto la cura no trata de agregar sentido -eso lo hace solo el inconsciente y sus formaciones -. Ya en el Seminario 11 Lacan se encarga de desustancializar el inconsciente, del sentido y de la verdad; ya no se trata de “dejar hablar a la verdad del inconsciente”; ahora se trata de “aislar” un saber, “aislar esos significantes atrapados en el síntoma” no como palabras verdaderas que reordenarán la historia del sujeto –narratología-, sino extraer esos significantes que sin ningún sentido condensan y fijan goce para ese sujeto.

El psicoanálisis en el hospital público
El Hospital público forma parte de las instituciones que el Estado organiza para dar respuesta a las necesidades de la población. Estas necesidades se incorporan a los derechos humanos de los pueblos y conforman -como señala E. Acuña- el “derecho a la salud”. Lo que constituye una nueva metáfora jurídica que convierten al sujeto que consulta en una víctima, en “un perjudicado”. (1)
Para el Estado el psicoanálisis forma parte de las prácticas psicoterapéuticas que ofrecen a la población y está incluido en este campo con tratamientos combinados –por ejemplo con tratamientos farmacológicos-.

¿Cómo nos permite el psicoanálisis orientarnos en el ámbito de la salud mental y el hospital público?
El psicoanálisis incluido en el ámbito de la Salud mental, ocupa su lugar sabiendo justamente sobre lo imposible de la S.M. Sabe que no se trata de curar el síntoma, ya que el síntoma- como propone E. Laurent- es la falla singular del programa de la civilización (con su orden y reglas). Por lo tanto, no se trata de intentar acallar al síntoma, sino de saber sobre ese real en juego en el síntoma, que es el modo singular de cada sujeto, de fracasar en su época. Están por un lado, las reglas de las instituciones; y por otro, la ley del sujeto, esa falla singular que esconde al deseo.
“Si uno piensa orientarse por las reglas está perdido, tiene que orientarse por el hecho de que, por supuesto, están las reglas, pero hay que saber hacer con eso, para después actuar conforme al interés del sujeto que sufre y viene a consultar” (2)

Entonces, ¿qué formación requiere un psicoanalista en el área de la Salud Mental? La misma que cualquier analista, y recordando a Lacan cuando planteaba “no hay formación del psicoanalista, sólo hay formaciones del inconsciente”, insistir sobre la necesidad de formarse sobre la retórica del inconsciente, acostumbrarse a las formaciones de su propio inconsciente y saber que solo se interpreta porque se forma parte del inconsciente y porque el analista se ha vuelto el producto de esa operación. Dicho de otro modo, la formación implica analizarse; controlar los casos para extraer la ley singular que se encuentra junto a la modalización de su síntoma -que en su presentación se adecua a lo que el otro social le ofrece-; y formarse en la enseñanza del psicoanálisis –sus indicaciones, límites, diagnósticos, etc.-.

Notas
1- E. Acuña, “Dialéctica del perjudicado y el prestador”, en Microscopía Nº 71, Diciembre de 2007
2- E. Laurent, “Posición del psicoanalista en el campo de la Salud Mental” en Psicoanálisis y Salud Mental, Ed Tres Haches, Bs. As.
Bibliografía
– E. Acuña, “El viejo mundo nuevo –la sociedad del acto analítico-“ en Microscopía Nº 39, Octubre de 2004
– E. Laurent, Psicoanálisis y Salud Mental, Ed Tres Haches, Buenos Aires.
– G. García, Actualidad del trauma, Grama, Bs. As. 2005
-V. Palomera, “La deducción del psicoanálisis aplicado desde los principios mismos del psicoanálisis” en Virtualia, Junio/Julio 2005.
– J. Lacan, Psicoanálisis –Radiofonía y Televisión, Ed Anagrama, Barcelona, 1977.
– J.-A.Miller, “Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia” en Freudiana Nº32

Reminiscencia o resonancia. (*)