En el título de esta clase ubicamos dos temas que intentaremos articular. En primer lugar es necesario decir a qué nos referimos al hablar de crisis del sujeto. Entendemos por crisis del sujeto un encuentro con algo del orden de lo real que produce una ruptura de la cadena significante, una discontinuidad; un acontecimiento a partir del cual el sujeto queda sin respuesta imaginaria o simbólica. En esta coyuntura es necesario un tiempo subjetivo, una temporalidad lógica, para introducir la dimensión de la causalidad, para que el sujeto pueda nombrar lo que está sucediendo y construir una respuesta frente a lo real.
Dicho encuentro con lo real lo podemos situar en Freud, en el texto Inhibición, síntoma y angustia, como un encuentro con lo pulsional, con ese peligro interno que provoca la emergencia de la angustia. Nos interesa entonces ver qué respuestas del sujeto se pueden situar frente a la angustia, y qué tratamiento de la misma introduce el psicoanálisis. En el texto anteriormente citado Freud va a plantear dos respuestas posibles: inhibición y síntoma. A estas le podemos sumar las que plantea Guy Trobas, siguiendo a Lacan, en su texto Tres respuestas del sujeto frente a la angustia: inhibición, pasaje al acto y acting out. En este texto va a desarrollar la inhibición y el pasaje al acto como modos de respuesta electivos en nuestra época, y el acting out como respuesta en la cura analítica. También se va a referir al síntoma señalando que Freud ubica la angustia de castración como el mayor motor de la represión. Frente al peligro interno –mociones pulsionales- la libido se desplaza a través de significantes que permitirían el retorno de lo reprimido en el síntoma con la consiguiente satisfacción sustitutiva. La función del síntoma estaría dada a partir de un tratamiento simbólico de lo real, o con Lacan podemos decir hacer pasar el goce a lo inconsciente.
Con respecto a la inhibición y el pasaje al acto va a decir, retomando El Seminario 10 La angustia, que la primera es una respuesta imaginaria, y el segundo una respuesta real. Así mismo en las dos está implicado el registro del movimiento. “Allí donde la angustia bloquea el pensamiento y aprieta fuerte hasta la parálisis, el pasaje al acto responde con el movimiento, con la descarga motriz”. Veremos que esta alusión al movimiento también tiene que ver con la acción (tal como es planteada por Lacan en El tiempo lógico…). G.Trobas plantea en principio el acto en general “como el impacto en lo real de una decisión subjetiva que es una acción de transformación de la realidad del sujeto mediante la acción corporal”; este tipo de acción vinculada a una decisión resulta de un proceso subjetivo que Lacan circunscribió en tres tiempos lógicos.
Me detendré brevemente en los tres tiempos lógicos planteados por Lacan en su escrito de 1945 El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. Para realizar la lectura de este texto tomé también una clase dictada por Enrique Acuña el 7 de abril de 2004 en el curso titulado “El tiempo en psicoanálisis”. En dicha clase, en la que también abordó el seminario Los usos del lapso de J-A Miller, luego de plantear el sofisma de los tres prisioneros se refirió a los tres tiempos lógicos: instante de ver, en el que el sujeto, debido a los datos de estructura que le son proporcionados (hay 5 discos, 3 son blancos y 2 son negros; tres combinaciones posibles) descarta una de las combinatorias (2 negros y un blanco), y se introduce la interrogación acerca de cuál es la marca que él lleva: ¿qué soy?. En esa vacilación se introduce un significante, marcado o positivizado por lo que no se ve.. A partir de esa vacilación o escansión se introduce el tiempo para comprender, en el que para llegar al momento de concluir el sujeto debe pasar por el Otro.
Esto quiere decir que el sujeto, para llegar a dar una respuesta a esa pregunta, deberá tener en cuenta a los otros dos. En este tiempo, si el sujeto es A y los otros dos son B y C, A piensa: si fuese negro tanto B como C, viéndome negro pensarían que si uno de ellos fuera negro el otro ya hubiera salido sin vacilación. Y viendo, tanto B, como C, que ninguno de los dos ha salido, se darían cuenta que son blancos y saldrían simultáneamente. Entonces A sigue: dado que no han salido, entonces yo soy blanco. Entonces, lo importante son esas escansiones marcadas por la espera; en el instante de ver se excluye el que uno de ellos salga sin vacilación; en el tiempo para comprender se llega a que tampoco hay dos que salgan simultáneamente. Entonces momento de concluir: los tres salen simultáneamente.
El problema es que, como dice Miller, esos tiempos no están escandidos por un reloj, por un tiempo cronológico en el que suena una campana y se debe decidir. Allí se trata del tiempo de cada uno. No hay la seguridad total acerca del color de su disco. Y allí es donde Lacan introduce la función de la prisa. El momento de concluir implica una decisión por parte del sujeto. El tiempo para comprender tiene un límite, hay un límite de lo simbólico –S (/A)- dado por la x del deseo del Otro. El momento de concluir implica una prisa en la que al saber obtenido en el tiempo para comprender, por ser este incompleto, se debe sumar el deseo del sujeto de salir, de dar el paso, y a partir de allí emitir el juicio sobre su marca. Esta salida Lacan la ubica en el registro de la acción.
Decíamos que la inhibición y el pasaje al acto pueden pensarse, en la medida en que están en el registro de la acción, en relación a los tres tiempos lógicos. En la inhibición dice G. Trobas, el sujeto no puede dar el paso del momento de concluir, queda en el tiempo para comprender; en el pasaje al acto el sujeto no pasa por el tiempo para comprender, hay un rechazo del saber, pasa directamente del instante de ver, en el que como veíamos se introduce la vacilación del sujeto, a la acción. Es el tratamiento menos elaborado de la angustia, no hay recursos simbólicos o imaginarios, hay una aceleración de la dimensión de la urgencia.
Me interesa subrayar entonces la dimensión de la prisa, en la medida en que allí se pone en juego el deseo del sujeto. Esto es algo que también se puede plantear a partir de la intencionalidad. En su artículo “Funciones: de la causa al sinthome” E.Acuña plantea justamente que en la acción no se trata de la voluntad del yo, que hay una maquinaria inconsciente que determina la acción. La cuestión es que se puede saber acerca de esa maquinaria inconsciente a posteriori de realizada la acción, del momento de concluir. En el mencionado artículo da el ejemplo de la acción de prender el fuego. Allí es necesario por un lado el gesto de prender el fuego, pero también la evidencia de la llama. “Si no hay llama, se prueba a-posteriori que mi intención no ha sido verdadera. La llama sería el signo de una intencionalidad que está en mi gesto y la verificación de mi deseo en un juicio de las consecuencias de una acción.” Si no hay llama, podemos saber algo de ese deseo, tanto de la maquinaria inconsciente que lo determina –causalidad- como de lo indeterminado de ese deseo, que tiene que ver con lo que lo condiciona, el goce pulsional –causa-, aquello que provoca angustia.
Señalo entonces que este saber puede obtenerse a posteriori del momento de concluir porque esto implica una concepción del tiempo en la cura analítica, y un modo de tratamiento de la angustia en el que es necesario el instante de ver, en el que se localiza un vacío, una pregunta; un tiempo para comprender en el que se va modalizando dicha pregunta; y un momento de concluir. Miller, en Los usos del lapso, al hablar del momento de concluir dice: “Aquí la urgencia, la prisa, está prescrita por la misma estructura significante (…) algo falta en el significante y la prisa de la conclusión es lo que suple esa falta.»
Es por eso que la prisa tiene el estatuto del objeto a (…) es la inversión súbita, lógicamente determinada de la espera en prisa (…) que es lo que Freud apuntaba cuando decía –en lo que concierne a la interpretación- que el león sólo salta una vez”. Vemos así que esta función de la prisa no sólo concierne al sujeto en lo que hace a su respuesta frente a la angustia, sino que también concierne al analista en lo que podemos llamar el tiempo de atención en psicoanálisis.
Bibliografía
-Acuña Enrique. Clase del 7 de abril de 2004 en el curso “El tiempo en psicoanálisis”, dictado en la A.P.L.P
-Acuña Enrique. “Funciones: de la causa al sinthome” en Microscopía Nº 51.
– Freud S. “Inhibición, síntoma y angustia”. Amorrortu. Tomo XX.
– Trobás Guy. “Tres respuestas del sujeto ante la angustia: inhibición, pasaje al acto y acting out.” En Logos 1. Grama Ediciones.
– Lacan J. “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada: un nuevo sofisma.” En Escritos 1. Siglo veintiuno editores.
El Seminario 10 La angustia. Editorial Paidós.
-Miller J-A. Los usos del lapso. Editorial Paidós.