La pantomima neurótica y su diferencia con el síntoma.

Mariángeles Alonso

El pasado miércoles 17 de julio se dio cierre a la primera parte del Seminario Anual “Arreglos y desarreglos frente al malvivir” donde se abordó la actualidad clínica de la inhibición, el carácter y el síntoma.

Pensé la clase apoyándome en el último punto del programa: El arreglo a-sintomático resistente a la interpretación: goce-conducta-pantomima. La misma estuvo a cargo de quien escribe, con comentarios de Carolina Sanguinetti.

Para comenzar, vale recordar que cuando hablamos de pantomima, nos estamos refiriendo a un término que proviene del teatro, que alude a una representación teatral a base de gestos y movimientos, sin palabras.

Comencé tomando el texto “El psicoanálisis su enseñanza” de 1957, publicado en Escritos 1, donde Lacan enuncia el concepto de pantomima, articulándolo y diferenciándolo del síntoma en la neurosis.

Allí diferencia ambos conceptos, precisando que el síntoma es el lugar donde el conflicto es denotado. El síntoma se expresa y el sujeto lo articula en palabras. Para eso, necesita el procedimiento de la asociación libre.

El síntoma psicoanalizable se distingue de toda forma captable de pura expresividad, en el hecho que está sostenido por una estructura que es idéntica a la estructura del lenguaje. En cuanto a formación particular del inconsciente, no es una significación, sino su relación con una estructura significante lo que lo determina.

Lacan plantea que tanto la neurosis histérica como la neurosis obsesiva, suponen en su estructura los términos para que el sujeto pueda tener acceso a su realidad respecto al sexo (en la histeria) y a la existencia (en la obsesión). Una y otra constituyen una especie de respuesta. Respuestas que se concretan en una conducta del sujeto que sea su pantomima. Aclara que es un error considerar a las mismas como simplemente ilusorias, ya que considera que sólo son imaginarias en la medida en que la verdad hace aparecer en ellas su estructura de ficción.

Lacan se refiere al lugar del analista, cuando enuncia que sólo desde el lugar del Otro puede el analista recibir la investidura de la transferencia que lo habilita a desempeñar su papel legítimo en el inconsciente del sujeto, y a tomar así la palabra en intervenciones adecuadas a una dialéctica cuya particularidad esencial se define por lo privado. La salida de estos callejones sin salida es impensable por la vía de lo imaginario.

En los capítulos 12 y 13 del Seminario 3, Lacan habla sobre la histeria, y en particular sobre la pregunta histérica, para poder diferenciar lo que sucede en la histeria masculina, con la pregunta acerca de la procreación, de lo que sucede en el caso Schreber, caso de psicosis donde el delirio que se elabora tiene que ver con esta fantasía de poder procrear una nueva generación siendo la mujer de Dios.

En el capítulo 12, “La pregunta histérica”, comienza hablando del esquema de comunicación analítica. Es muy claro enunciando que el analista, en ese esquema de la palabra del sujeto, debe estar en el lugar del otro (A). Si entra en el emparejamiento de la resistencia, lo que precisamente enseño a no hacer, habla entonces desde a1 y se verá en el sujeto. Se trata que el analista no se identifique al sujeto, de estar muerto lo suficiente como para no ser presa de la relación imaginaria, en cuyo seno siempre se ve solicitado a intervenir.

A esta altura de la enseñanza de Lacan, se define al inconsciente estructurado como un lenguaje, pero esto no quiere decir que el inconsciente se exprese en el discurso. Todo fenómeno analítico, de aquello con que tenemos que vernos la en el síntoma y en la neurosis, está estructurado como un lenguaje, es un fenómeno que siempre presenta la duplicidad esencial del significante y el significado.

Luego de detenerme en la viñeta clínica que presenta Lacan en el capítulo citado, me referí a lo desarrollado “Función y campo de la palabra y el lenguaje” (1953), texto en el que Lacan da precisiones clínicas muy claras sobre cómo intervenir en la neurosis, diferenciando histeria y obsesión y aclarando que para saber cómo responder al sujeto en un análisis, hay que saber por quién y para quién el sujeto plantea su pregunta.

En el comentario, Carolina Sanguinetti hizo un racconto de lo visto hasta el momento en el Seminario, resaltando lo que queda por decir y relanzando con entusiasmo hacia la segunda parte, que inicia el miércoles 31 de julio y continúa con frecuencia quincenal, donde se dará lugar al desarrollo de los conceptos de fantasma, sublimación y sinthome.

Bibliografía:

Lacan, J. (1956). «La pregunta histérica» y «La pregunta histérica II: ¿Qué es ser una mujer?». En El Seminario 3: Las Psicosis. Buenos Aires: Paidós, 2011.

Lacan, J. (1966) «El psicoanálisis y su enseñanza». En Escritos 1. Buenos Aires: Paidós, 2011.

Lacan, J. (1966). «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis». En Escritos 1. Buenos Aires: Paidós, 2011.

Miller, J.-A. «La pantomima histérica y obsesiva«. En Conferencias Porteñas, Tomo 1. Buenos Aires: Paidós, 2009.

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