Del fantasma fundamental (*)

Daniela Ward

Siguiendo el programa del Seminario Anual, la clase a mi cargo fue organizada en torno a algunos interrogantes respecto del fantasma, por ejemplo: ¿qué definición podemos dar de fantasma?, ¿por qué logicizarlo?, ¿qué importancia tiene la lógica en la definición de este término? El fantasma y su triple estatuto, hablando de los registros imaginario, simbólico y real que Lacan va teorizando, ¿cómo pensar fantasma con el deseo y el goce?, ¿por qué hablamos de la importancia de construir un fantasma: el fantasma fundamental? Además de referirnos a su relación con el síntoma. 

Vamos a empezar por lo último: subrayamos que cuando pensamos síntoma y fantasma vinculamos al primero con cierta flexibilidad por el significante y su capacidad de desplazamiento. Mientras que el fantasma, o las presentaciones clínicas por el lado del fantasma, las colocamos del lado de la rigidez de goce, sin la agudeza que el significante aporta. Digo a grandes rasgos porque el goce está por todos lados. Hay goce en el síntoma y el retorno a él presentado por J.-A. Miller señala algo de esa rigidez en términos de persistencia, de lo incurable, aunque no se trate del mismo síntoma al comienzo que al final de la experiencia analítica. 

La fórmula del fantasma misma tiene sus especificidades. Presenta al sujeto dividido y el objeto con ese losange que sella una relación sujeto-objeto de unión e intersección. Un sujeto que se divide por la falta de significante en el Otro -que Lacan va a desarrollar en su seminario 6, haciendo especial hincapié en que no hay sujeto sin Otro porque trata de definir al sujeto en psicoanálisis -distinto del sujeto del conocimiento-: un sujeto que se asume como tal en su mismo desvanecimiento, en su división. Es por ello que el fantasma aparece como defensa; como tapón a la falta en el Otro (A) y también como soporte del deseo. Completará en el Seminario 6 el grafo que comenzó en el seminario anterior para presentar al fantasma en relación al síntoma incorporando la inercia que viene del lado del objeto. Un objeto que es teorizado en este tiempo como un objeto “oscuro”, por fuera de la cadena significante, para indicar que la experiencia del análisis no se agota en el nivel del significante. 

¿Qué sentido tiene para el psicoanálisis lacaniano pensarlo en términos lógicos? La lógica, compromete el estudio del razonamiento correcto por definición y se puede pensar el intento de Lacan, que algo se entienda en el alcance que quiere darle. Por un lado, inicialmente el fantasma remite a lo imaginario y darle una lógica implica una entrada al registro simbólico. Miller explica que es a partir del seminario de La lógica del fantasma que la lógica comienza a tener una importancia fundamental en el psicoanálisis lacaniano y que ese seminario hace pareja con el que le sigue: El acto analítico y es ahí que Lacan continúa mucho de lo prometido en sus clases, también subraya que es el tiempo de la introducción del procedimiento del pase y la verificación del final del análisis y es importante atender a esta coyuntura de los finales. Justamente es al final del último capítulo del Seminario 14 que se entiende lo que quiere hacer jugar en un apres coup de la lógica del fantasma en el capítulo que se llama “El axioma del fantasma”, es decir, un axioma lógico matemático que presenta una ruptura con todo lo que venía diciendo.  

Entonces hablamos del triple estatuto del fantasma. Sintéticamente: “En primer lugar, el fantasma imaginario es como un sueño: se trata de sueños solitarios, conscientes, que manejamos a nuestro antojo. La segunda acepción se refiere al fantasma como un medio de goce, solitario también. Digamos que es la imagen, el pensamiento, la frase o el escenario, que motiva y acompaña la masturbación. Se vincula con la frase, es decir con el análisis gramatical que ya Freud subraya. La tercera acepción mencionada señalada como la más compleja: es justamente el fantasma inconsciente, el conocido como fantasma fundamental, que proporciona el marco de toda la vida psíquica del sujeto y que se descubre, dice Miller: podemos decir mejor, se construye- en el curso del análisis. Pensarlo como fundamental es darle valor de axioma: indispensable, donde hay un sujeto fascinado, fijado, por ese objeto, que se desvanece ante él -se divide-. 

La distinción deseo y goce es importante en la experiencia analítica: cierta tensión entre ambos se tiene que dar: no se viene a un análisis si se sabe cuál es su goce y se está de acuerdo con ese modo de gozar. Cualquier neurótico que demanda un análisis goza obviamente, pero también tiene deseo de otra cosa: hay cierta tensión, desacuerdo, entre deseo y goce o con su forma de gozar: algo del fantasma fue conmovido: no hay esa fascinación mencionada. Además, en un análisis se trataría de mantener esa tensión y encontrar un modo de goce que sea más vivible y satisfactorio. Por este lado podemos pensar la construcción del fantasma fundamental en el análisis. Este fantasma -que se distancia del fantasma imaginario al modo de ensoñaciones que se forman más en acuerdo con el ideal-, es la construcción de un modo singular que no incluye el infinito del deseo en el sentido de la inexistencia del objeto que lo colme, sino la localización precisa de un modo de gozar para cada quien. 

A su tiempo, Daniela Gaviot completó lo desarrollado destacando dos puntos específicamente en continuidad con esta clase y con la anterior -a cargo de Fátima Alemán, acompañada por Patricia Iribarren-: la idea de fantasías como defensa y su participación en el formateo de los síntomas, utilizando la expresión de E. Acuña. Retomó Freud y sus cartas con Fliess, los Manuscritos L y M donde las fantasías son parapetos psíquicos que protegen del trauma. La conferencia 23 “Los caminos de formación del síntoma” sirvió para presentarlas como velo frente a la pulsión, a la fijación y a lo real. Es decir, eslabón intermedio en el camino hacia la formación de síntomas. 

La culminación de este encuentro se expresó con el recorrido de la dimensión real como la fundamental del fantasma con detalles de la enseñanza de E. Acuña en sus desarrollos del “savoir faire avec”, que definen la falla constitutiva que expone el tener que recurrir al lenguaje, ya sea al fantasma o al síntoma, como ese tercero entre dos que expresa una función.

(*) Reseña de la clase 2/10/24 del Seminario Anual: parte 2, Actualidad del fantasma y la sublimación y el sinthome. (Con comentarios de Daniela Gaviot)

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