Inés García Urcola
En el curso breve dictado en los meses de febrero y marzo de este año a modo de introducción a los temas que se desarrollarían a lo largo del seminario anual, la clase dedicada al concepto de carácter planteó la conexión de esta noción con el concepto de personalidad (principalmente a partir de los desarrollos de Fenichel y Alexander) y su evolución hacia los llamados trastornos de la personalidad vigentes hoy en las clasificaciones psiquiátricas. Por este motivo en la clase dictada el 22 de abril la propuesta fue la de retomar dicha noción en la tesis de Lacan de 1932 acerca de la paranoia y sus relaciones con la personalidad.
La paranoia y sus relaciones con la personalidad
En la tesis de Lacan nos centramos en principio en la introducción, en la que el autor sitúa sus desarrollos en los debates de la psiquiatría de la época. Se trata de una respuesta a una concepción que planteaba el carácter como un conjunto de rasgos que podrían predecir y explicar el desarrollo de determinado tipo clínico. Lacan se propone hacer una crítica a esta teoría constitucionalista, que supone una constitución paranoica en términos de un conjunto de rasgos (orgullo, desconfianza, falsedad de juicio e inadaptabilidad social) innatos, de origen orgánico. Hará hincapié en una psicogenia de la paranoia, planteando a partir de diversas referencias (Jaspers, Bleuler, Krestchmer entre otros) una relación entre paranoia y personalidad diferente a la constitucionalista. No se trata de una continuidad que iría del carácter al desarrollo del delirio, sino de una ruptura, la paranoia como reacción de la personalidad.
Luego de situar el tema de su tesis en los debates de la época, Lacan se referirá a la noción de personalidad tal como era planteada desde los discursos vigentes. “Término que se presta a toda clase de confusiones por aportes de observación científica, de creencias populares, surgido de especulaciones metafísicas y de la experiencia acumulada en la sabiduría de los pueblos”. Se trata de una personalidad con tres atributos principales: la función de síntesis, la intencionalidad y la responsabilidad. Lacan recurre a un uso corriente del término personalidad. “Volvamos a la experiencia; busquémosla en las acepciones comunes del lenguaje. ¿Qué es lo que se entiende cuando se dice que determinado individuo tiene personalidad? ¿Acaso esta fórmula no significa ante todo la autonomía de la conducta en cuanto a las influencias accidentales, y al mismo tiempo su valor ejemplar, o sea moral?” Esta concepción supone una autonomía del yo más allá de influencias externas al mismo, que le permiten tener una intencionalidad y responsabilidad de sus actos, a los que se atribuye un valor moral.
Lacan criticará la pretendida autonomía, situando en primer término la génesis social de la personalidad, lo que podríamos pensar como el antecedente del Otro del lenguaje en la constitución del sujeto hablante. La personalidad es planteada no como algo fijo e innato sino como desarrollo dialéctico, escandido por acontecimientos, vivencias en los que el sujeto experimenta más bien el fracaso del yo como unidad de síntesis.
Hace hincapié en las relaciones humanas como la clave de las reacciones de la personalidad. El animal hombre “En cuanto organismo, presenta reacciones vitales totales que, cualquiera que puedan ser sus mecanismos íntimos, tienen un carácter dirigido hacia la armonía del conjunto; en cuanto ser humano, una proporción considerable de esas reacciones adquieren su sentido en función del medio social en que el desarrollo del animal-hombre desempeña un papel primordial”.
Dirá que toda manifestación humana, para que la conectemos con la personalidad deberá implicar una triple función estructural: un desarrollo biográfico, que desde el punto de vista del sujeto se traduce en los modos en que vive su historia; una concepción de sí mismo, que se traduce en las imágenes más o menos ideales de sí mismo; y una cierta tensión de las relaciones sociales, que desde el punto de vista del sujeto se traduce en el hecho de que el sujeto se siente afectado con respecto a los demás.
Luego de plantear su noción de personalidad, valiéndose de las referencias de la psiquiatría con respecto a la psicogenia de la paranoia, pondrá en juego las relaciones entre la paranoia y la personalidad. Es así como por ejemplo toma a Bleuler, quien explica el delirio paranoico como reacción a situaciones vitales (situación sexual o profesional) en las que se trata de una humillación para el sujeto en el plano ético, lo que influye sobre su afectividad de manera profunda. Lacan sitúa la teoría de la afectividad de Bleuler y la remite a Freud: “los mecanismos afectivos excluyen de la consciencia la representación insoportable de la propia debilidad, y entonces ellos, en el delirio de persecución, consiguen transferir las causas de su fracaso al mundo exterior.” De Krestchmer tomará el delirio de relación de los sensitivos, y la tríada determinante del delirio: carácter, vivencia y medio social. Dirá Lacan: “Nada armoniza mejor con nuestras observaciones acerca de las necesidades estructurales de toda teoría de la personalidad.”
De la paranoia y sus relaciones con la personalidad al conocimiento paranoico
En “Acerca de la causalidad psíquica” (1946), Lacan retoma su tesis suscribiendo lo planteado sobre las relaciones entre la paranoia y la personalidad, pero va a ir más allá de la entidad psicopatológica paranoia, planteando una constitución del yo paranoico, y la noción de conocimiento paranoico. Un yo que lejos de su función de síntesis (acá discute con el organodinamismo de Henry Ey), es función de desconocimiento. Podríamos decir entonces que Lacan va de la paranoia y sus relaciones con la personalidad a la paranoia que hay en todos. Esto nos permite pensar el planteo de Lacan a la altura del seminario 23 El sinthome, cuando al referirse a su tesis se rectifica y dice que no se trata de la relación de la paranoia con la personalidad sino de que la personalidad es la paranoia.
En esta dirección dirá que la paranoia está implicada en la constitución subjetiva del estadio del espejo, matriz del yo imaginario. La identificación idealizante de la paranoia (esas imágenes más o menos ideales de sí mimo planteadas en su tesis en torno a la personalidad) le sirve como modelo para pensar la constitución del yo. En este texto se referirá a la identificación a la imagen del estadio del espejo, imagen ideal que proporciona unidad al infans en su prematuración biológica. La función de desconocimiento está dada por el hecho de que la imagen le permite desconocer al sujeto su falla en términos de prematuración. Sobre esta identificación es que Lacan dirá que se apoya el narcisismo freudiano. Se trata de una armadura ortopédica que compensa la prematuración biológica.
Dirá que el conocimiento paranoico tiene parentesco con una forma de relación con el mundo, la que encontramos en la reacción del transitivismo, en la que se verifica la tensión agresiva que está en juego en la constitución del yo. Estos comportamientos “se inscriben en una ambivalencia primordial que se nos presenta en espejo, en el sentido de que el sujeto se identifica en su sentimiento de sí con la imagen del otro”. Lacan aclarará que esta relación con el mundo dada por el conocimiento paranoico nunca se elimina por completo del mundo del hombre, se constata por ejemplo en las reacciones de rivalidad. El conocimiento humano tiene la estructura del conocimiento paranoico, lo que el humano sabe de su yo lo localiza afuera, en una imagen del doble que lo aliena.
Lacan también va a plantear esta tesis sobre el conocimiento paranoico en relación a La fenomenología del espíritu de Hegel y las figuras que propone. El desconocimiento se revela en que el sujeto no reconoce en el desorden del mundo la manifestación de su ser actual. Lo que experimenta como su ley del corazón (infatuación) es la imagen invertida de su ser actual. Aquí toma relevancia la referencia a Guiraud cuando, al hablar de los homicidios inmotivados dice que lo que se trata de alcanzar en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakon de su propio ser. La personalidad aquí implica a las identificaciones alienantes del yo, y el desconocimiento de la alteridad que habita en el sujeto.
(*)Reseña de la cuarta clase del Seminario “Arreglos y desarreglos frente al malvivir. Actualidad clínica de la inhibición, el carácter y el síntoma”(22/06/24)
Bibliografía:
-Lacan, Jacques:
-De la paranoia y sus relaciones con la personalidad. Siglo veintiuno editores, 1979.
-“Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1, Siglo veintiuno editores, 2008.